La Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido de Nicolas Sarkozy, obtuvo el domingo uno de los peores resultados de la derecha en la Quinta República al no llegar al 30% de los votos en la primera vuelta de las elecciones regionales. El castigo a Sarkozy es doble porque se produce por la izquierda, con un ascenso al 30% del Partido Socialista, que vuelve a ser el primer partido de Francia, y por la derecha, con una resurrección del Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen, que obtiene sobre el 12%.

El ascenso de la extrema derecha, unido a la altísima abstención (superior al 50%) expresan el malestar de fondo de la sociedad francesa, decepcionada por la falta de resultados del mandato de Sarkozy, después de que una amplia mayoría confiara en él para sacar a Francia del bloqueo institucional y el estancamiento político y económico.

Todo el mundo concuerda en Francia en que al día siguiente de la segunda vuelta de las regionales (el próximo domingo) empieza una larga campaña presidencial. Si el domingo la izquierda copa todas las regiones francesas (ahora solo no gobierna en Alsacia y Córcega), lo que está a su alcance, pese a un cierto retroceso de los ecologistas, las consecuencias políticas serán inevitables.