TNtadie le podrá negar al señor Eduardo Aguirre , embajador de los Estados Unidos de América, claridad a la hora de expresarse. Ha dicho, con todas las letras, que su país no ha decidido todavía --es decir, que podrían vetar-- la venta de una partida de aviones españoles a Venezuela, porque dichos aparatos aparejan tecnología diseñada en Norteamérica. España es un país soberano, amigo de los Estado Unidos y socio, además, en la OTAN. De ahí lo sorprendente de la advertencia.

El contencioso que se trae la Administración Bush con el presidente venezolano Hugo Chávez es totalmente ajeno a los intereses de España. El contrato para adquirir 8 patrulleras y 12 aviones por un importe de 1.700 millones de euros es irrenunciable. Los buques son la principal carga de trabajo de Navantia (los antiguos astilleros Izar), y los aviones los construye la empresa CASA. Como bien ha dicho el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos , es a las empresas a quienes corresponde terminar la negociación. Sin interferencias.

Venezuela es un país tan amigo de España como lo son los Estados Unidos. El veto por parte de Washington sería un acto inamistoso que la opinión pública española no entendería. Y no lo entendería porque los españoles saben que el primer país suministrador de armas a Venezuela es, precisamente, los Estados Unidos de América. Estamos, pues, ante un caso de doble moral. Muy en la línea, por cierto, de lo que se despacha en los últimos tiempos en la Casa Blanca. No hay más que ver la lista de las empresas norteamericanas que se han llevado la parte del león en los contratos para la reconstrucción de Irak, y quién presidía hasta hace muy poco algunas de ellas.

*Periodista