TStemana de Pasión, de fanatismos, furias desatadas e integristas. Entre alabanzas a Alá, se revientan pisos y se celebran pasiones que las religiones santifican, abrigan y acogen sin remordimiento. Las religiones han causado las peores guerras y todo parece indicar que los críticos momentos que este país padece se deben a quienes, frente a la razón, imponen su fanatismo mesiánico. Los dogmas siempre trajeron intolerancia, odio, exclusión. La bondad, la tolerancia, el amor y el respeto sólo prevalecen en la medida en que decae la creencia indiscutible y aumentan los librepensadores que hacen a los hombres menos perseguidores. Dogmáticos y dogmatismos los hay de muchos colores: el dogmatismo religioso, el del dinero y el político y todos creen que en virtud de su irrefutable verdad, se puede quemar herejes, llevar la guerra santa a un tren lleno de trabajadores a las ocho de la mañana, o invadir un país con excusas y mentiras, sin más.

Quienes por llevar hasta las últimas consecuencia su prepotente dogmatismo han permitido que se quemen herejes, se vuelen trenes o se invadan países gratuitamente, debieran confesar, en tiempo tan propicio para el arrepentimiento, sus errores y pedirle perdón a este pueblo atormentado.

*Filólogo