No es bueno hablar ni escribir desde el odio. De hecho, no es bueno sentir odio, consume demasiada energía y te hace tomar decisiones equivocadas. Pero el atentado de la Rambla de Barcelona no me deja indiferente. Por mucho que uno quiera controlar sus sentimientos, solo puede sentir rabia, impotencia y odio. Odio hacia esos fanáticos que leen libros sagrados como si fueran un manual de instrucciones. Que obvian los mensajes de amor de los profetas y solo leen y entienden lo que les interesa. Y hace que, en mi caso, mi respeto por las religiones sea cada día menos.

No veo manera de perdonar a semejantes fanáticos que manchan de sangre mi ciudad y se creen con derecho y justificación para quitarle la vida a un montón de hombres, niños, mujeres, de Barcelona o de cualquier parte del mundo. A partir de hoy, cuando pasee por la Rambla, no podré olvidar que un descerebrado decidió honrar a su fanatismo religioso matando a un montón de gente que ni conocía ni le importaba porque matar infieles es un privilegio de su cultura. No podré dejar de asociar un barrio en el que me encanta perderme, con un atentado salvaje que marcará para siempre mi ciudad y nuestros corazones. De modo que hoy me permito odiar y despreciar a quienes han matado a tanta gente inocente en Barcelona, Paris, Yemen, Irak, Londres..., en cualquier lugar del mundo. Les odio, les desprecio y los condeno a no formar parte jamás de mi vida. Las cicatrices quedarán para siempre, para recordarme que, simplemente, hay gente malvada que quiere hacer daño indiscriminadamente. Yo os maldigo, miserables.

EL ATENTADO

No va de islamistas contra católicos

José A. Sobrino

Abatido. Es curioso que este sea el término que más seguridad te da tras un atentado y a la vez sirva para expresar cómo nos sentimos todos. Otra vez en Europa, en mi estimada Barcelona. Llega un grupo de fanáticos, alquila una furgoneta y acaba con la vida de 13 personas, hiriendo a decenas y dejando hundidos a todos los demás. Y entonces escuchas reflexiones que pueden hacer mucho más daño, reflexiones islamófobas, racistas y totalmente fuera de lugar: «Ya lo dije yo, demasiadas ayudas y subvenciones a los musulmanes». Y todos los esfuerzos por integrar en nuestra sociedad la multiculturalidad y los valores de la diversidad se van al garete.

Pues no, esto no va de moros contra cristianos, ni de islamistas contra católicos, ni de Oriente contra Occidente. Esto va de gente que malinterpreta un libro, gente fanática, radical, sin conocimiento alguno de causa ni consecuencia. No se puede expulsar a todos los musulmanes como siglos atrás, porque la comunidad musulmana es otro de los motores de nuestra sociedad y también condena este tipo de actos. Porque no es la comunidad musulmana la culpable. Seamos coherentes. La solución es escuchar, cooperar juntos, la inclusión, la educación en la diversidad, la educación en el respeto, la empatía, el amor.

Volveré a la Rambla y pasearé de nuevo. Aquel que dice que lo hará sin miedo, os miente. El miedo existe, pero yo, cuando camino por la vida, prefiero el orgullo. Sentirme orgulloso de mi gente, de Barcelona, de la multiculturalidad, de mi libertad. Porque costó muchos años y muchas vidas poder pasear por la calle sintiéndote libre.

La Montaña

La mina de litio

Juan Alonso

Tienen razón los colectivos que expresan su temor por los efectos que una mina a cielo abierto causaría en la Montaña, al igual que tienen sus razones los que defiende la gran oportunidad que se presenta para Cáceres. Por eso la clave será el estudio de impacto ambiental y la declaración que tendrá que hacerse. Ese es el documento del que tendremos que estar pendiente.