El balance sobre las donaciones de órganos que se llevaron a cabo el año pasado en Extremadura incluye un dato positivo: el hospital San Pedro de Alcántara, el segundo por tamaño, equipamientos, servicios y actividad de la región, realiza ya un tercio de las extracciones para trasplantes. Es una buena noticia, sin duda, pero también cabe decir de ella que ya era hora de que se produjese. El centro sanitario cacereño se ha incorporado con años de retraso al programa efectivo de trasplantes. Ese retraso, como el que ahora sufren los hospitales de Mérida, Plasencia y Don Benito-Villanueva --todos ellos desde hace más de un lustro con autorización y capacidad para extraer órganos--, es uno de los factores que inciden en que Extremadura sea una de las regiones con una tasa de donación más baja de España. El hecho de que, por el contrario, el porcentaje de negativas familiares sea de los más pequeños (Extremadura ha evolucionado espectacularmente en este aspecto), indica que las oportunidades a la donación y al trasplante que se pierden no son, en la mayoría de los casos, por factores sociológicos (porque los familiares del posible donante rehusen dar los órganos), ni tampoco técnicos, puesto que los hospitales tienen capacidad y preparación, sino de atención e interés de los propios sanitarios. Pues que se pongan las pilas, que hay vidas en juego.