Maestro

El lunes empezaron a arreglar la calle". Así terminaba mi artículo la semana pasada. Pues bien, de lo escrito nada, así que no vuelvo a ponerlo por si lo gafo. Quería compartir con ustedes nuestra alegría. Y todo porque deslizaron bajo la puerta una nota informativa municipal del siguiente tenor literal: "Con motivo del arreglo de la calzada en la calle Cornudilla a partir del día 27 (Lunes), se cerrará al tráfico la misma por lo que se ruega se abstengan de circular por la misma durante la realización de los trabajos, así como retirar su vehículo se lo tiene estacionado en ella". Ni que decir tiene que mandé enmarcar la citada nota, la entronicé en el zaguán y le puse dos velas, pues la cosa lo merecía. Pero ni por ésas. Ha pasado una semana y la calle está más limpia que antes por la abundante lluvia, pero de trabajos en ella nada de nada. Luego que nuestro alcalde no se queje a doble página de sentirse incomprendido. Espero que comprenda lo incomprensible que supone para nosotros intentar comprender que, sabiendo lo crudo que lo tenemos para buscar un sitio en el que dejar el coche, ante el anuncio de las obras, quien más quien menos, hiciéramos una prospección buscando la hora y el hueco salvador que no nos obligase a aparcar en el Rodeo o en el amenazado puente de San Francisco para luego subir por Damas o Fuente Nueva o, en mi caso, por Camino Llano, Rosso de Luna, Donoso Cortés (pensador), Pizarro y Soledad hasta Cornudilla. Comprenda usted, incomprendido alcalde, lo incomprensible del asunto, aunque comprendamos que, incomprensiblemente se arreglen otras calles, que se habían arreglado no ha mucho bajo su mandato, mientras, incomprensiblemente (esta vez para nosotros), vemos cómo pasa el tiempo y en nuestra calle nada de nada. Eso sí, esperamos que comprenda también lo incomprensible que sería que, una vez concluida la obra (consiéntanlo los dioses del trueno, la nube y todos los dioses habidos hasta ahora) no tuviese a bien darse una vueltecita por nuestra calle, que no somos rencorosos y sí bien agradecidos. Por lo demás, en Madrid, tras las repetidas elecciones, hay esperanza de que no vuelvan a repetirse más elecciones por culpa de la traición de nadie. Lo de Gallardón, sin comentarios, y lo de Aznar, que no acudió al Senado porque le podían pisar la exclusiva de la reunión con empresarios catalanes, vuelve a poner de manifiesto que las instituciones que representan (es un decir) a los ciudadanos españoles se la traen al fresco y que como dejó claro, sin ruborizarse la presidenta de Madrid, los empresarios son la prioridad del PP. La noche del sábado un ataque de nostalgia de aquellos días de bullir universitario que se prodigaban en múltiples iniciativas culturales, el cine club, las actuaciones de Coturnos, Tierra Seca, La Mandrágora, la Gacela Errante, el ambiente de la Machacona, las sentadas en el Andrés, las morcillas del Manso, los caracoles del Cisne Negro... De cuando en los bares se podía hablar. El tiempo pasa, pero que nos quiten lo bailao. La culpa de todo la tuvo volver a ver a Quico Magariño con sus dos compañeros interpretar magistralmente El búfalo americano en nuestro entrañable Gran Teatro.