Una quiere creer que el mundo no acaba ni empieza con las arbitrariedades del nuevo inquilino de la Casa Blanca que, de momento, no parece tan malo sino peor de lo que se esperaba. Ha puesto su país patas arriba y tiene a la humanidad en estado de shock pues sus primeras órdenes ejecutivas ejecutan indirectamente a personas inocentes más allá de sus fronteras. Y lo que más le choca a esta impertinente inocente es que, después de habernos empapado en nuestro civilizado mundo de las bondades y garantías del sistema americano y su férreo control al presidente, la realidad sea que, desde que el hombre ha aterrizado en el despacho oval redecorado en oro vivo, se ha dedicado a firmar compulsivamente esos documentos que luego enseña desafiante entre sonrisas pelotilleras. Luego, si es contestado, fulmina, amenaza y acusa de traición con total impunidad. Tal vez sea demasiado pronto para preguntarnos dónde están esas garantías que en nuestra comodidad habíamos dado por sentadas. O tal vez no.

Es un proverbio bien conocido que cuando los Estados Unidos estornudan, el resto del mundo se resfría, pero hasta ahora se había aplicado a la economía. Hoy, en pocos días, ante la furia innovadora de un empresario desprestigiado sentado en el trono del mundo, hay hasta quien se pregunta si no se habrá encumbrado en el puesto de mayor poder mundial al que es solo un peón de otro zar redivivo y lo que corre peligro es el concepto mismo del mundo libre.

Una se dice sí misma que estos días de torbellino pasarán. Que entre los que rodean al personaje tendrá que haber personas sensatas, que no puede acabar de golpe con toda la tradición diplomática de su país, que no puede reírse entre insultos de la ONU, menospreciar a sus socios militares, romper sus tratados comerciales y demás disparates que aquí no caben. Y todo ello con la arrogancia de un monarca absolutista de hace cuatro siglos.

Luego recuerda que ese es el sujeto que sostuvo que podría disparar a alguien y le seguirían votando. Y una voz siniestra le susurra: -

-- ¿ Pero y si sí puede?

* Profesora