WLwos ciclistas se equivocaron el pasado domingo con el boicot al Campeonato de España. Las revelaciones del sumario de la llamada operación Puerto demuestran la gravedad de la trama de dopaje organizada en torno al equipo que dirigía Manolo Saiz, antes Liberty Seguros y ahora Astana-Würth. Taparse los ojos o tratar de matar al mensajero por publicar los datos de una investigación judicial es un error. Lamentablemente, muchos corredores, equipos o técnicos como Saiz no se dieron cuenta de que las cosas tenían que cambiar en el ciclismo a raíz del escándalo en el Tour de 1998.

El dopaje no es una lacra exclusiva del ciclismo, pero su extensión no justifica la pasividad. Los corredores limpios, en vez de dejarse arrastrar por compañeros tramposos, tendrían que denunciarlos y exigir mano dura en este deporte. Desgraciadamente, los registros policiales y la justicia han contribuido más a erradicar el dopaje que la política de la Unión Ciclista Internacional. El sábado empieza el Tour en Estrasburgo. Por el bien de la prueba, los corredores y los equipos implicados no deberían participar para no manchar la carrera más prestigiosa de un deporte que necesita ahora más que nunca lavar su imagen.