El programa político ‘Somos Socialistas: Por una nueva socialdemocracia’ presentado por Pedro Sánchez la semana pasada cara a las primarias del PSOE ha puesto en evidencia que en este partido conviven dos convicciones muy distintas de nuestro país, a la vez que deja entrever la disparidad de pareceres a la que se enfrentan sus militantes cara al futuro congreso del partido. Echar un vistazo a este documento denota que el exlíder socialista quiere que, si llega el caso, su partido juegue un papel muy diferente al que ha protagonizado hasta ahora, habiendo sido piedra angular de la articulación de este país.

Su planteamiento estratégico, alejado de los cánones de la socialdemocracia del siglo XXI y más propio de la izquierda salida de la transición española, deberá ser votado por la militancia cuando los distintos candidatos, hasta ahora Pedro Sánchez y Patxi López y no se sabe si Susana Díaz, se enfrenten entre sí para liderar el partido. Sin embargo, sin inmiscuirnos en las decisiones internas de cada formación, conviene tener claro qué postulados defiende cada cual, sobre todo si como es el caso afectan directamente a Extremadura.

Pedro Sánchez ha concebido un modelo de país no autonómico sino federal, algo que choca de frente con lo que opina un sector importante del partido, claramente defensor de la integridad del Estado y la solidaridad interterritorial. No en vano, en el artículo 114 de su programa político dice que pretende una España federal, la mejora de la financiación de Cataluña en el marco de la renovación del sistema de financiación autonómica y el reequilibrio de la dimensión territorial de la inversión pública. Es decir, que pretende achicar y silenciar el independentismo catalán y atraerse para sí al Partido Socialista de Cataluña proponiendo una relación federalista de todas las comunidades autónomas como si Extremadura u otras comunidades sin ánimos nacionalistas lo fueran y mejorando su inversión.

Los socialistas en general, y los socialistas extremeños en particular, deben estar muy atentos a este planteamiento por cuanto que, de ganar, afectará sobre manera a la concepción de España como país. Extremadura, por su idiosincrasia y peculiaridad, tiene una alta dependencia del resto del Estado y cualquier preferencia hacia un determinado territorio irá en detrimento propio. Ahí nuestra Comunidad tiene mucho que perder, sobre todo si la concepción de España no es global, sino la suma de diecisiete territorios diferentes.