El miércoles, 8 de septiembre, han coincidido en un día dos días, aunque parezca paradójico, así es: el Día de Extremadura y el Día del Cooperante, dos días diferentes que vienen a constituir un único día. Y si bien la vida está llena de casualidades, sería oportuno recordar las palabras de Cortázar sobre la manera y la estrategia de reducir lo que se escapa a la lógica racional a algo insignificante "... se lo reduce inmediatamente de manera racional, diciendo bueno, es una casualidad, es una coincidencia, no, es una excepción, ves, todas las maneras de echar hacia atrás lo que te está amenazando por otros caminos que los caminos de la lógica...". Y si bien uno pretende tender hacia lo lógico, inmediatamente entiende que por el camino de la lógica no se puede entender la ilógica de la situación actual y mundial. O se puede entender muy bien, que no sabemos que es peor, pues las conclusiones y análisis que ello conlleva son dramáticos. No estaría de más que nos permitamos un paréntesis de ausencia de racionalidad, y sintamos que si ambos días coinciden es que alguna cosa nos quiere decir, tal vez de la mano de Boaventura de Sousa Santos "Lo que conocemos y tenemos no nos es suficiente, esto es, no estamos satisfechos con lo que tenemos, y nosotros somos privilegiados, y no estamos satisfechos porque no es apenas aquello que podemos tener para nosotros lo que nos interesa, sino aquello que debía ser compartido por todos". Y también de la mano de Edgar Morin "La reforma del pensamiento es un problema antropológico e histórico clave. Eso implica una revolución mental todavía más considerable que la revolución copernicana. Nunca, en la historia de la humanidad, las responsabilidades del pensamiento fueron tan abrumadoras...". Y para terminar de la mano de Aníbal Quijano "El colonialismo generó a escala mundial un patrón de poder específico que es lo que llamamos la colonialidad del poder. Este patrón de poder generó una multiplicidad de jerarquías de dominación en todas las esferas de la existencia social-". El que no oye, en la mayoría de las ocasiones, es porque no quiere.