La línea de alta velocidad extremeña ya tiene su primera asignación presupuestaria. Se trata del tramo de 121 kilómetros que une Navalmoral de la Mata y Cáceres, cuyas obras ya han sido encargadas a la empresa pública GIF (Gestor de Infraestructuras Ferroviarias). Sin desmerecer lo positivo de esta actuación, tantas veces anunciada por los miembros del Gobierno central, en este asunto existe aún muchas sombras de duda que sólo el tiempo podrá aliviar. El hecho de que, en la resolución no se especifique plazos concretos de ejecución de la obra y se indique sólo que estas actuaciones se enmarcan dentro del Plan de Infraestructuras de Fomento 2000-2007, frena cualquier euforia y sustenta más aún la duda si, en realidad, esta decisión viene motivada por cuestiones más electoralistas que por actuaciones puramente estructurales. El 2003 es un año decisivo y el Gobierno lo sabe. Así que cualquier concesión extra a la comunidad en sólo unos pocos meses --sólo hay que tener presente la inauguración de los dos primeros tramos de la autovía de la Plata-- siempre se rodea de la duda razonable. El hecho mismo de destinar los primeros euros al AVE extremeño es positivo, pero su atemporalidad cuestiona la autenticidad de este gesto gubernamental que, desde luego, llega tarde.