No sé si me van a publicar mi carta, pero creo que no puede callar ante lo que estamos viendo. Me duele la Iglesia. Me resisto a discutir nuestros problemas en público, pero los tenemos y muy importantes. El silencio puede desfigurar la imagen de la Iglesia que somos los que no pensamos igual que lo que vemos en los medios.

He leído cartas en relación a este tema y precisamente quiero expresar mi opinión sobre ello. Siento que me invade una profunda tristeza. Personas de buena fe que creen que la Iglesia está ofendida y vilipendiada. La Iglesia no es inocente. Solo basta ver y leer los medios por los que transmite sus discursos. No, no es inocente. La jerarquía, la estructura es oportunista y lo sabe, sufre porque no es influyente. Ha perdido poder. Estamos en el siglo XXI y estoy convencida que les falta, es decir, nos falta a todos la lucidez y el esfuerzo mental para reconocer que no estamos en un Estado religioso no, estamos en un Estado laico. Todos deberíamos verlo, saberlo y acatarlo.

Lo siento pero solo nuestros misioneros en el mundo y especialmente las mujeres en todas partes son quienes le lavan la cara a esta Iglesia que a tantos nos duele.

Deberíamos seguir a Jesús sin condenar a nadie. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra .

Antonia Nieto Serrano **

Badajoz