XSxervidor tiene una amiga --mala, claro--, que siempre me corta el rollo de duro; que tiene la manía, --después de mis exabruptos y soberbia de copetón--, de darle dos cuartos al pregonero, para sentencias miserablemente, y con un deje materno-despreciativo: "después de todo no es nadie". Y lo que jode, lo que te solivianta, que a punto de reventar las venas del cuello, la mala amiga, o viceversa, te mangonee hasta sentirte santo Domingo Savio .

Uno intenta remontar más mala leche todavía, pero se da cuenta de que es empresa vana, y no hay forma ya de quitarte el estigma y la maldición de bueno. Claro que, a todos nos gusta enzarcillarnos de angelitos, si exceptuamos a Karmele Marchante y al Kiko de los cojones, a quien nadie les ha dicho nunca "no es nadie", pero sí moscas cojoneras.

Viene esto a cuento o porque a mí me da la gana, a que el presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra , después de todo "no es nadie". Que si el lobo, que si un ogro; que si el tío del saco, que si el sacamanteca... cuentos. Eso sí, cuando está en las tribunas, o soltándole tres frescas a quienes las prefieren calientes, a mí me da como un yuyu salesiano y --e inconscientemente--, me meto debajo de la mesa, no sea que se escape una y me tenga que dar a mí. Pura pose, que diría mi amiga la modales más, los guionistas de los muñecones plus no se han enterado de nada.

Se retrata a Ibarra con un signo de ofuscado, cabezón, de ideas fijas y de un magnetismo --electoral, y personal--, parecido a la magia de Apuleyo. Se quedan en la corteza, como se queda Francisco Umbral --de gata siamesa--, bufandas proustianas, y de novelas sin novelar,con nuestras cabras y cabrones para mayor gloria de duquesas y marquesonas.

Eso es todo: pura apariencia. Y se va sinuoso a la Villa y Corte, para ofrecerle a Alberto Ruiz Gallardón la medalla de oro, nuestra máxima distinción, para que los madrileños --que somos todos--, se la pongan, como un refulgor de no olvidar pero sí vivir.

Así, visceralmente, el ogro distorsionado de caperucita, comparte el símbolo de una tierra, para ofrecer el apoyo de Extremadura o otra tierra que también es nuestra.

Madrid es rompeolas de España, porque náufragos de todas partes sin distinción, hacen de la ciudad dolida y sangrante, el plasma de este estado, nación o como coño quiera que se llame. Se adelantó Ibarra a lo político y dio el pistoletazo al sentimiento y la solidaridad. Gallardón -- bamboleo, civilizado y culto de la nueva derecha--, recibirá el cielo estrellado de un septiembre romano, para llevárselo a Madrid que por ello, de Madrid al cielo. O sea, que no es nadie, quien no quiere ser alguien, porque a veces serlo es olvidarse de que la tierra gira, más para unos que para otros: la quietud de los muertos y de los vivos. Hasta ahora jamás me di cuenta del piropo de mi amiga la mala cuando me decía que no era nadie. De Dulce , la voz que se durmió en un sueño plácido. Para ella la medalla que no necesita porque dejó palabras engarzadas en poesía y prosa. Tarde --más vale tarde que nunca--, leo La Voz dormida y adivino el subidón de tantas voces en una historia contada, para gallinar la piel de una época y de unos sufrimientos que no os perteneció. Dejo la palabra y el verso; dejo a las mujeres sin grito, más huérfanas aún. Dejo Dulce , un sabor amargo por la impertinencia de su partida. Serenaron la lucha, los políticos por las arritmias de su corazón. Descansó Dulce , aunque siempre tendrá amores, que la mataran de amores. Sean bienvenidas estas medallas, fuera de las soberbias, de las pérdidas y de los encontronazos, a los que todos nos debemos. Power Flower... que la vida sigue.

*Autor teatral