THtace falta tener la mala idea que ha demostrado el Banco Central Europeo para subir el euribor el 31 de agosto, la peor de la noticia que millones de españoles pueden escuchar en el preciso momento en el que se están despidiendo de los amigos del chiringuito, las olas del mar, los senderos de la montaña, la siesta o lo que para cada uno haya sido símbolo de unas buenas vacaciones que a día de hoy empiezan a hacerse hueco en la parte del cerebro donde se archivan los recuerdos mientras que al regreso al trabajo se suman tareas tan ingratísimas como equipar a los niños para el colegio o recibir el balance de lo acumulado por la VISA este mes de agosto.

El síndrome post-vacacional, lo llaman los psicólogos que recomiendan no cambiar de hábitos excepto cuando sea estrictamente necesario: o sea, consolarse tomando el aperitivo con los colegas, acudir al cine entre semana o, lo que tantos intentan en estas fechas, apuntarse a un gimnasio para seguir en forma. Pero es difícil para casi todo el mundo volver a escuchar la radio, leer los periódicos, recuperar los telediarios y comprobar que España está donde la dejamos cuando salimos huyendo de las ciudades, con la inmigración desbocada, los precios disparados, los Estatutos de autonomía reciclándose, Batasuna-ETA incordiando y Zapatero usando el avión oficial por tareas poco oficiales pero muy del gusto de su esposa. Y en cuanto al mundo, peor; es verdad que ya no se anda a bombazo limpio en el sur del Líbano, pero tenemos el desafío nuclear de Irán, la crisis cubana por la agonía de Castro y más de lo mismo que a comienzos del verano. Si no fuera por la selección nacional de baloncesto, sería para dar la vuelta al coche y olvidarse para siempre de obligaciones laborales, hipotecas, situación nacional y demás noticias.

*Periodista