TSter realmente ecologista y no morir en el intento es muy difícil. Cualquiera de nosotros puede recurrir a distintos discursos para intentar convencer a los demás de la nocividad para la naturaleza y el medio ambiente de la construcción de una autopista, una central nuclear o un bosque de molinos eólicos, pero ser consecuente y coherente con el discurso ofrecido ya es otra cosa. Ser un verdadero ecologista, o lo que es lo mismo, una persona que sabe buscar el equilibrio entre la necesidad del ser humano y la conservación de la naturaleza, y además se cuida de no necesitar más de lo que la naturaleza puede ofrecerle sin que esta sufra algún deterioro, es casi imposible. Aun así, existen ecologistas creyentes y practicantes.

Recuerdo que hace unos años, estaba yo en un bar tomando un café y una tele mostraba unas imágenes de unos hombres y mujeres activistas de Greenpeace que navegaban en pequeñas zodiac alrededor de un gran barco y hostigaban la labor de vertido de barriles con residuos radiactivos al mar. Algunos se acercaban tanto al casco del buque que incluso se exponían a que un barril les cayera encima. Al ver las imágenes, varios clientes tacharon de locos fanáticos a aquellos ecologistas temerarios. Pero aquellos "locos fanáticos" intentaban proteger a la naturaleza de un daño irreparable. Aquellos barriles contaminantes contenían veneno para el mar, esa generosa inmensidad de agua que tanto nos ofrece a cambio de nada. Pensé que aquellos hombres y mujeres si eran capaces de exponer su vida por una causa ecológica, también debían ser gente austera que rechazaban para su uso la tecnología contaminante y se cuidaban de no generar un exceso de basura. Verdaderos ecologistas.

Suelo reciclar vidrio, papel y plásticos; no deposito pilas en la basura y utilizo el coche lo imprescindible, pero no me considero ecologista. Ante un sistema que te tienta obstinadamente al consumo para vivir en un perfecto estado de comodidad no es fácil ser ecologista. Otra cosa es creerse ecologista sin predicar con el ejemplo.