Solo los políticos se niegan a reconocer, o a ignorar, que la educación en España tiene graves deficiencias, según han demostrado numerosos estudios. Y así, presumiendo de saber, en su ignorancia de las condiciones reales en que se desenvuelve el trabajo de los docentes en los centros, se dedican a dictar normas que, según ellos, remediarán la situación del sistema educativo. Sin embargo, solo consiguen que informes posteriores sitúen nuestro método de enseñanza cada vez más cerca de la cola del ránking de los países avanzados, y hasta de algunos países en vías de desarrollo. La guinda es la propuesta que consiste en alargar --de momento, con carácter voluntario-- el número de horas lectivas de los docentes. Pero seamos realistas: tras la voluntariedad vendrá la obligatoriedad. Para los profanos puede parecer una medida justa si consideran la injusta hostilidad con que la prensa trata a menudo a los docentes. Soy delegada sindical y sé que la tarea de preparar bien las clases, mantenerse actualizado, ser tutor de alumnos cada vez más conflictivos y suplir la desidia de muchos padres ha agotado a muchos y buenos docentes, por lo que alargar su horario lectivo los llevará a la desmotivación. Si añadimos la polivalencia del currículum, tan deseada por las autoridades educativas, y que consiste en que quien sabe Geología tiene que impartir también Matemáticas, Lengua y Música, el resultado se puede prever: la educación de calidad será entonces cosa de otros tiempos o de otros mundos. Con razón decía Baltasar Gracián que el primer paso de la ignoranciaes presumir de saber.

Guadalupe Cortés **

Correo electrónico