En la España de nuestros días la polarización política va camino de arrasar la cordura. La última batalla sectaria se está dando en los planes de Bachillerato y, más concretamente, contra la llamada asignatura de Educación para la ciudadanía . Una materia nueva que desde una perspectiva laica habla de ética y de moral y promueve el respeto a las personas, a sus creencias religiosas y a su diversidad cultural. Desde el PP han puesto pie en pared porque entienden que el Gobierno Zapatero quiere adoctrinar a los alumnos.

En ésta polémica --hinchada y distorsionada por algunos medios-- la derecha ha recibido el apoyo de la jerarquía católica --que defiende la inclusión de la asignatura de Religión en los programas de Bachillerato con argumentos que tienden a antagonizar con la Educación para la ciudadanía --. En sustancia, los obispos vienen a negar que se pueda hablar de moral y de ética desde premisas laicas. No quieren competencia y están llenando el sistema de ruidos que confunden a la gente haciendo como que ignoran que se puede ser buena persona y buen ciudadano --que en definitiva es lo que promueve la nueva asignatura-- sin necesidad de ser católico. Ignoro el rédito político que pueda derivarse de semejante política, lo que sí puedo avizorar es el empobrecimiento intelectual --y espiritual-- que delata.

España saldría ganando si, humildemente, todos los españoles aceptásemos que nadie tiene el monopolio de la verdad.

*Periodista