Una de las cosas que más claro tuve cuando acabé la licenciatura es que si hacía un máster probablemente no lo cursara en España. Tras la implantación del Plan Bolonia la barra libre de titulaciones se había abierto.

Sin desmerecer programas educativos de calidad, que seguramente los habrá, los jóvenes nos encontrábamos ante una apabullante lista de másters, postgrados y cursos varios con los que, por la módica cantidad de unos pocos miles de euros, te sacabas otro título más sin saber muy bien de qué serviría. El Plan Bolonia, que en teoría pondría a nuestra universidades al nivel de Europa, se convirtió en un nuevo chiringuito.

Claro que nuestro país es experto en sacar las vueltas para convertir la educación en un negocio. Amparados en la ‘libertad de educación’ nos toca a todos los contribuyentes financiar ese híbrido de la educación concertada que poco a poco se va comiendo los recursos de la pública. Esta semana el Constitucional avalaba las subvenciones a la educación segregada por sexos. O sea que un Estado en teoría igualitario después financia una educación separada entre chicos y chicas. Que un Estado aconfesional riega de dinero la educación religiosa. No lo entiendo.

Lo que sí sé es que me chocaba ver cómo en Madrid cualquier familia de clase media invertía sus recursos en llevar a sus hijos a la concertada, huyendo de la pública como de la peste. Parece ser que allí los centros públicos sufrían una superpoblación de alumnado, muy diverso además, tanto en procedencia como en recursos, así que cualquier familia que se lo pudiera permitir elegía otras escuelas.

La historia de siempre: vayamos mermando lo público, vayamos ofreciendo otras opciones. Negocio redondo. Y no sólo eso, creamos una sociedad dividida en burbujas y guetos. Donde los niños blancos sólo conocen la realidad de otros niños blancos. Y todo lo diferente a eso es desconocido, lejano y seguramente, en el futuro, dará miedo. En esa burbuja también debe ser normal obtener una titulación sin apenas esfuerzo, sólo pasando por caja, porque quienes no se han criado con otras realidades difícilmente podrán ver lo que significa el valor del sacrificio y el esfuerzo. Y en eso estamos.