Estados Unidos se encuentra en la recta final, apenas a tres meses, de unas elecciones legislativas que serán cruciales para los dos largos años que le quedan de legislatura a Donald Trump. En los midterm de noviembre, los estadounidenses renovarán por completo la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, así como los gobernadores y los congresos estatales. Es en la Cámara de Representantes donde existen esperanzas más fundadas de empezar a rebajar el poder del que goza hoy Trump en Washington, con un Partido Republicano rendido al trumpismo dominante en ambas cámaras del Congreso. Revertir la mayoría en la Cámara de Representantes puede ser crucial, ya que podría dar paso incluso a un potencial impeachment.

No será, en cualquier caso, una tarea fácil para los demócratas, a pesar de que la tradición dice que el partido del presidente suele ser castigado en los midterm. De entrada, el Partido Demócrata no se ha recuperado del golpe que supuso la derrota de Hillary Clinton en el año 2016, y no acaba de dirimir el debate interno entre apostar por un giro a la izquierda que combata a Trump en el campo ideológico o intentar derrotarlo con el voto centrista moderado.

Además, por increíble que parezca visto desde Europa, la base conservadora del Partido Republicano es fiel al presidente y llega a las elecciones muy movilizada. Una prueba más de la importancia de la próxima cita electoral.