Nadie sabe muy bien qué es lo que espera Zapatero de la ETA pero el milagro tendrá que ser muy gordo para que pueda compensar la abrasión política que está sufriendo el PSOE. Salvando las distancias, el empecinamiento del presidente --forzando la maquinaria en los casos de Otegi y De Juana --, recuerda los días de ceguera de Aznar cuando defendía que mandar soldados a un Irak en guerra no era apoyar aquella guerra que había empezado con el bombardeo norteamericano de Bagdad.

Aquella decisión de Aznar le hizo perder las elecciones al PP, Zapatero se la está jugando a cuenta del PSOE. Pese al atentado de Barajas Zapatero no quiere que no se rompa el hilo en el que confiaba para salir del laberinto en el que él solito se ha metido. La ventaja de la ETA es que el Gobierno ignora cuál va a ser el próximo movimiento de la banda, pero han planteado las cosas de tal manera que ahora necesita que sea lo que sea, tiene que resultar presentable. Todos los analistas coinciden en que un nuevo atentado arruinaría las expectativas electorales del PSOE. Ahí reside la fuerza de la banda y de ahí viene la fragilidad de la posición de Zapatero.

Entiendo la desazón de algunos diputados socialistas que se preguntan qué necesidad tenía el Gobierno de meterse en este jardín después de lo de Barajas. Salvo Felipe González , que habló del error que entrañaba no haber diseñado un plan B --por si fallaba el A --,o algunas de las cosas que escribe Joaquín Leguina , no se han dejado oír voces críticas dentro del PSOE. Pero las hay. También es verdad que hay quien al tiempo que señala la deriva de ZP, se consuela pensando que la derechización a la que Rajoy y Acebes están llevando al PP hará reaccionar a los votantes de izquierdas quienes, por encima de las discrepancias, acabarán votando al PSOE. Bien pensado, quizá era ese el plan B de ZP.

*Periodista