Diputado del PSOE al Congreso por Badajoz

Siete días después de las elecciones ya se han sumado y restado los votos de todas las formas posibles, se ha extrapolado todo lo extrapolable y comentado todo lo comentable. El pueblo ha hablado y Vox populis, vox dei . Al parecer todo el mundo ha ganado, y esto que con la aritmética en la mano es imposible de entender, en política lo es, ya que el que esperaba perder por mucho y pierde por la mínima se considera ganador y el que esperaba ganar por más de lo que ha ganado, no acaba de considerarse triunfador de la contienda, salvándose de este sentimiento aquellos territorios en los que la victoria fue apabullante, como Extremadura y Castilla La Mancha, en donde estos dos geniales rockeros de la política, Ibarra y Bono, superaron con creces el 51% de los votos, lo que ya es superar.

Zapatero, que ciertamente ha resultado ganador, a los puntos si se quiere, pero ganador, mantiene sonrisa, estilo y compostura, confirma su liderazgo y abre la esperanza a un pausado cambio en el 2004.

A Aznar, superadas las broncas de ayer, muy justificadas por cierto, tampoco podemos negarle el mérito de haber movilizado a su electorado, tocando arrebato y haciendo votar hasta el último de sus partidarios y habrá igualmente que reconocer su acierto al colocar a Gallardón como candidato a la alcaldía de Madrid.

Y lo de Gallardón, me trae a la memoria lo que el extremeño Ibarra, dice sobre la complicidad necesaria de los candidatos con la ciudadanía, complicidad que rebasa siempre lo ideológico, complicidad que nace de una trayectoria recorrida y una palabra que empeñada se cumple. Ibarra, Bono, Gallardón, son buenos ejemplos de ello. No es imprescindible tener esta complicidad para ganar unas elecciones, es más resulta casi imposible tenerla, si previamente no se ha tenido responsabilidades de Gobierno. Pero en todo caso, esta complicidad no nace del mero ejercicio del Gobierno, sino en la forma de hacerlo, en aproximarse al ciudadano más allá del aplauso o la crítica.

Cualquier líder político, es fácilmente arropado por las organizaciones de su partido para protagonizar actos multitudinarios, en los que los convencidos hacen profesión de su fe, en el acto litúrgico del meeting, que está bien y es necesario hacerlo, pero para ganar a los no convencidos es necesario ir a donde ellos están. La visita de los territorios para contactar con la ciudadanía, no involucrada en la militancia política, es una cuestión deseable y necesaria, aun reconociendo las dificultades que esto encierra. Algo ha hecho la nueva dirección socialista en este sentido, pero con seguridad que aún se puede profundizar mucho en este camino.

En esta campaña electoral, un Aznar que se sentía acosado y con razón, ha estado bronco, duro y a veces temerariamente, ha intentado sacar demonios del armario que bien encerrados están.

No es lícito tampoco asustar a los pensionistas en base a falsos e hipotéticos riesgos, ni con la cohesión del Estado, el comportamiento del grupo socialista, con Zapatero a la cabeza, ha sido de libro convergiendo siempre en el Parlamento en aquellos temas básicos que afectaban a la cohesión de España. Y aunque en una campaña electoral, sea muy importante el resaltar las diferencias, no conviene tampoco olvidar aquellas convergencias que restan temores y dan serenidad a la ciudadanía.

En fin, la fiesta ha terminado y todo debería ser alegría, si no fuese porque ETA ha vuelto a matar y por el aciago accidente que ha costado la vida a sesenta compatriotas que defendían la paz y la libertad en Afganistán y del que quedan muchas preguntas por hacer y muchas respuestas que dar.

Silencio en posición de firmes, respeto, dolor y agradecimiento a ellos.