Las autoridades venezolanas han fijado fecha, el 22 de abril, para las elecciones presidenciales, pero las negociaciones entre Gobierno y oposición siguen siendo un diálogo de sordos. Tal como se han ido desarrollando las conversaciones entre ambos en la República Dominicana, con la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero, destinadas a fijar la fecha electoral y el modo para realizar el escrutinio, nada hacía prever que se desbloquearan. La oposición pedía tiempo para buscar candidato, ya que sus dos principales líderes están inhabilitados por el Gobierno. En estas circunstancias la convocatoria unilateral con la que el presidente Nicolás Maduro busca su reelección mediante una nuevo movimiento político pone de relieve la falta de condiciones mínimas para unos comicios con garantías. Así lo han entendido varios países como Colombia y Chile que habían acompañado la negociación y que en vista de la decisión gubernamental han decidido retirarse. Por el contrario, Rodríguez Zapatero ha instado a la oposición a firmar el documento elaborado en la mesa de diálogo para el proceso electoral. Este desencuentro contribuirá a hacer más profunda la crisis institucional que hay en Venezuela con dos parlamentos, uno dominado por la oposición y otro, por el chavismo, y con un presidente cada día más impopular aferrado al poder e incapaz de articular medidas coherentes para atajar la gravísima crisis económica en un país que dispone de grandes recursos naturales.