TItgnoro lo que el grupo popular del Congreso, capitaneado por la señora Sáez de Santamaría , vaya a votar, pero adelanto mi opinión de que si vota en contra mostrará más grosería que elegancia, más tosquedad que distinción.

En los países mediterráneos suele confundirse la firmeza con la brusquedad, cuando cualquier persona, cualquier institución, puede defender con solidez cualquier postura sin caer en la tosquedad. Esa confusión de la independencia y la tenacidad con las maneras bruscas es propia de gente que no han hecho un buen bachillerato, y consideran un atraso lavarse los dientes después de comer.

Si el señor Zapatero ha ganado las elecciones, y es la opción de partido más votada, y el único que, aritméticamente puede formar gobierno, lo que haría un caballero es abstenerse en la sesión de investidura, lo que indica: a) que se acepta y se acata el resultado de las urnas, y b), que eso no significa un cheque en blanco para las actuaciones que se deriven de su gobierno.

Porque si se vota en contra, como predica el ala más dura del PP, ¿contra quién se está votando? ¿Contra esa parte mayoritaria del pueblo español, que votó a su favor? ¿A favor de quienes no lo hicieron? No, para demostrar la independencia no hace falta regoldar de la misma manera que para poner en evidencia la libertad no es necesario el ataque. De cualquier manera, por la voluntad del pueblo español, que es en quien reside el poder del Estado, la opción del señor Rodríguez Zapatero ha ganado las elecciones. Esta vez, sin lecturas, y después --todo sea dicho-- de una legislatura, manifiestamente mejorable. Si lo democrático es acatar el veredicto de las urnas lo más sensato es votar en blanco, con lo cual se queda a salvo de la adhesión y se muestra la patita debajo de la mesa de las futuras críticas. Con permiso de los talibanes...

*Periodista.