Esta España del siglo XXI, en la que tal vez deberíamos esperar un relato más acorde con los modernísimos tiempos tecnológicos que vivimos, aunque sigue siendo marco incomparable para el melodrama chusco, preferentemente toma forma en estos días de híbrido entre la elegía manriqueña y el esperpento valleinclanesco del que fue eximia inspiradora y del que desde entonces no ha abandonado su condición de representante genuino y primigenio.

«Los estados y riqueza que nos dejan a deshora ¡quién lo duda! No le pidamos riqueza pues que son de una señora que se muda». Admirables ecos poéticos y eternos que resultan la banda sonora ideal para probar que el eterno retorno es algo más que un mito, cuando contemplamos el desfile televisivo pero no por ello menos necesario, de personajes otrora todopoderosos y que hoy emprenden el camino al que sus acciones les han hecho merecedores. No le quitan gravedad a la representación las coderas del jersey de sport de Ignacio González ni la maleta de ruedines cargada de abundante documentación con la que Jordi Pujol Ferrusola pensaba dilatar de nuevo su entrada en prisión.

«España es una deformación grotesca de la civilización europea», recordamos. Y aparece en pantalla la imagen de Esperanza Aguirre, que tal vez podría haber venido llorada de casa para dimitir y mostrarse menos apocada, la que tantas veces se mostrara desafiante y hasta chulesca. Poco después contemplamos a Llach amenazar con carácter preventivo a los que no cumplan su voluntad y le vemos abrazar emocionado a Junqueras y Puigdemont, como pequeños proyectos de dictadorcitos encantados. Para que no falte de nada, un poco más tarde, la locuaz Irene Montero --que no calla esa mujer-- pretende ejercer de Errejón, sin sopesar la enorme diferencia entre sus cerebros. Y ahora viene lo malo. Porque lo de fuera es tragedia pura. Y así, mientras Trump alerta de la posibilidad de un gran conflicto con Corea del Norte, Le Pen dentro de pocos días puede convertirse en la presidenta de la República Francesa. Con escalofríos lo escribo.