Como es seguro que más de uno la hará sañudamente (si no la ha hecho ya), vaya por delante la preguntita: ¿Guillermo Fernández Vara, al aceptar ser el líder territorial de los líderes territoriales (es un decir), acepta entonces que el modelo de país y de partido de Sánchez sí es ahora el del PSOE? Es verdad que la pregunta es tabernaria, pero habrá que recordar que eso fue lo que dijo Fernández Vara cuando justificaba su apoyo a Susana Díaz: «El modelo de Pedro Sánchez de país y de partido no es el del PSOE». Y es verdad asimismo que ahora ha dicho sentirse «honrado» del ofrecimiento de Sánchez para presidir ese órgano del partido que reúne al resto de líderes socialistas, un cargo que se juzga simbólico, dicen, porque lo de reunir no es vigilar ni controlar, sino lo que es, presidir.

En cuanto a que Sánchez neutralizaría así a su mayor crítico, tiene también su parte de verdad y su parte de taberna. Parte de verdad: Fernández Vara fue el primero en pedir la abstención socialista en la investidura de Mariano Rajoy, además de acusar a Sánchez de «laminar» a los discrepantes y de criticarle por su política respecto al «encaje» de Cataluña, que «yugularía» (verbo de forense) el crecimiento del resto de autonomías. Parte de taberna: Sánchez, al elegir a Fernández Vara, se vengaría así de Susana Díaz y de Javier Fernández, al ofrecer a Fernández Vara la presidencia del comité político federal que ambos habían presidido antes, hasta ahora Susana Díaz y con anterioridad Javier Fernández, quien además, dicho sea de este último, ha dirigido la gestora que forzó a Sánchez a salir de Ferraz.

Sin duda, la decisión de Sánchez respecto a Fernández Vara es desconcertante, no sólo porque Fernández Vara fuera el primer crítico con Sánchez cuando hubo que serlo, sino porque fue también de los líderes «históricos» que bendijeron a Susana Díaz. ¿Por qué él? Una opinión sin saña y sin venganza diría que a Sánchez le conviene más tener a Fernández Vara como aliado que como adversario. ¿Aunque sea un aliado simbólico? Aun así. Hay que tener mucho cuidado con los símbolos. Y hay cuidarlos, sobre todo.