El domingo pasado publicamos un reportaje en El Periódico Extremadura que generó gran expectación. Tanto, que el propio presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, ha abierto un debate en las redes sociales pidiendo opiniones al respecto a los ciudadanos. Este reportaje señalaba que se han detectado en Extremadura cerca de 12.000 herencias sin tributar en los últimos cuatro años. El dato llama la atención porque se trata de un impuesto obligatorio que si no se abona en los primeros seis meses tras el fallecimiento del familiar, sus herederos no pueden beneficiarse de las reducciones y bonificaciones que se aplican en la comunidad, las cuales llegan a ser superiores al 90 por ciento.

¿Es comprensible? Pues a priori parece que no, pero entrados en materia sí lo es. Las deducciones suponen en la práctica una rebaja casi total del impuesto, pero siempre que no se superen los 175.000 euros, el legatario no tenga un capital muy elevado y sea un familiar en la línea de sucesión ascendiente o descendiente, es decir, hijos o padres. Ello quiere decir que en el resto de los casos, hermanos, sobrinos, nietos, etc, ---o cuando las herencias sean elevadas---, apenas existen deducciones y viene la Junta con la bolsa a llevarse parte del legado. Así que puede afirmarse que estos 12.000 casos detectados son herederos que primero han tratado de esconderse, luego les han pillado (la Seguridad Social está hoy día conectada con los servicios de recaudación de cada Comunidad.) y después han tenido que hacer liquidaciones de oficio, las cuales están exentas de deducción y gravadas con recargo, lo que provoca que en algunos casos incluso se haya renunciado a las mismas: 750 casos por año en Extremadura.

El presidente extremeño abre el debate sobre qué hacer con este tributo donde, encima, y ahí está quizás el quid de la cuestión, hay comunidades como Madrid donde no se paga nada por este impuesto. Ni herederos directos ni indirectos. Ello supone un agravio fuera de lo común que denota que España ya no es un país, sino un conjunto de territorios que compiten entre sí. ¿Por qué? Pues porque las grandes herencias se van a Madrid, se empadronan allí, pero siguen residiendo aquí.

No es una falacia ni un canto al sol. En la Inspección de la Junta se han detectado casos como el de un extremeño fallecido que dejó a su familia una herencia de 1,5 millones de euros. Tal patrimonio apenas contaba con ventajas fiscales en Extremadura, por lo que los herederos declararon el impuesto en Madrid donde el fallecido tenía su domicilio fiscal. Allí apenas pagaron 400 euros. Sin embargo, la Junta de Extremadura comprobó que ese extremeño había acudido en los últimos años más de cien veces al Servicio Extremeño de Salud, es decir, que residía en la región --y se aprovechaba como tal de los beneficios que ello conlleva-- pero tributaba fuera para que cuando muriera sus descendientes no tuvieran que pasar por el fisco extremeño, más gravoso que el madrileño. Un sinsentido que no es testimonial dado que las deslocalizaciones llegan a ser 3.000 cada 4 años según los datos que maneja la Consejería de Hacienda.

No se sabe qué poder de seducción va a tener Fernández Vara para empujar al resto de territorios hacia la unificación de criterios. Más bien ninguno. El hecho de que cada comunidad vaya a lo suyo con su correspondiente gobierno y partido político dificulta esta estrategia de coordinación. Pero plantear un escenario fiscal exclusivo, con una determinada reducción de impuestos, no es oportuno si el de enfrente lo hace gratis.

Extremadura tendrá que seguir insistiendo en el campo de la inspección y detectar esos casos de fuga de herencias que puedan darse en cada ejercicio. Pero, además, deberá crear un marco tributario lo suficientemente atractivo como para que las grandes fortunas se queden y decidan tributar aquí. No hay nada mas temeroso que el dinero y cuando hay ánimo recaudatorio en exceso los billetes salen corriendo.

El sentimiento patrio o la responsabilidad social se le presuponen a todo el mundo, pero lo cierto es que en la práctica no se dan casi nunca. En consecuencia, habrá que trabajar con las mismas armas y competir en igualdad de condiciones. No queda otra, con este escenario autonómico no caben más opciones. Eso o la pataleta.