Según la RAE, el vocablo empoderar, ya poco usado en nuestro país, significa dar un poder a alguien, conceder poder a un colectivo desfavorecido socioeconómicamente, hacer fuertes o poderosos a quienes antes se hallaban desfavorecidos. En cierto modo, la Democracia debería ceñirse un poco a eso: tratar de que quienes nunca fueron favorecidos, al menos, alcancen un cierto grado de bienestar; un principio de acercamiento a la igualdad o, cuando menos, conseguir menores desigualdades sociales y de todo tipo. Pero la Democracia --por desgracia, no sólo en España-- está resultando todo lo contrario: se les está concediendo, cada día más y eso es preocupante, un alto grado de empoderamiento a los colectivos más poderosos. Nadie que esté medianamente informado duda que los poderes fácticos, los llamados lobbies, tienen cada día más empoderamiento concedido por la alta política. Lo hemos comprobado recientemente con la marcha atrás de los socialistas para que sea presidente el señor Rajoy. ¿Alguien puede poner en entredicho que han sido las presiones del Ibex (preferentemente del sector bancario y sus conocidas condonaciones a los colectivos políticos) quienes han conseguido que esto ocurra? Seguro que no.

Mientras los ciudadanos estamos a la espera de la próxima subida de impuestos (alcohol, tabaco, IVA reducido del 10% al 21%, reforma del IRPF para los de siempre, y alguno más que se le ocurra al Gobierno para cuadrar las cuentas del gran capitán) las grandes empresa (y muchas pymes) están a la espera de que se les baje el impuesto de sociedades (realmente pagan entre un 3% y un 7%, por lo que, supongo, lo que quieren es no pagar nada, y sino que nos lo expliquen) y las cotizaciones sociales para que sus ejecutivos puedan seguir cobrando salarios de millones de euros anuales y sus accionistas beneficios. En definitiva: Pérdida de poder adquisitivo para la mayoría (pensionistas incluidos) y una nueva pléyade de millonarios para los próximos años. Es una cuestión de simple y sencillo error de empoderamiento, sin intención, claro.