El pasado miércoles se constituyó en Mérida una plataforma empresarial que pretende llamar la atención acerca de la crítica situación financiera en que se encuentra la empresa extremeña, sobre todo por falta de fluidez en los créditos. Sus promotores manifiestan aglutinar a más de 4.000 pymes y a 14 asociaciones empresariales de la región y emplean un lenguaje más propio de organizaciones sindicales. Hablan de tomar medidas drásticas, como huelga general, cierres patronales o suspensiones de pagos.

Lo que han hecho los promotores de esta plataforma es expresar su hartazgo y su temor a que, si no se pone remedio, el futuro será una amenaza que se cumple. En este sentido, su voz debería ser escuchada atentamente, en primer lugar por la Confederación de Empresarios (Creex), cuya representación se atribuye. Es lógico que la Creex desapruebe la constitución de este colectivo porque su mera existencia ya significa una crítica a su gestión --de hecho, los promotores de la plataforma hablan de la pasividad de la Confederación--, pero si hay cientos de empresas y más de una decena de asociaciones empresariales que han decidido organizarse al margen de ella será porque no la consideran una herramienta eficaz para luchar por sus intereses. La Creex es un interlocutor indispensable ante la Administración. Y ahí parece que se centra el grueso de su trabajo. Tal vez haya que variar el enfoque y tenga que empezar a cambiar las visitas a los despachos de la Junta por las visitas a los despachos de los directores de los bancos. Y exigirles lo que sus asociaciones necesitan: créditos para salvar sus empresas.