Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) referidos al último trimestre del 2008 publicados ayer no hacen sino confirmar el dramático proceso de destrucción de empleo que sufre la economía española desde que el estallido de la burbuja inmobiliaria local y la crisis financiera internacional acabaron con unos tiempos de vacas gordas y de excesivas alegrías en forma de endeudamiento.

La tasa de paro a final del 2008 era el 13,91% en el conjunto de España, un nivel que no se registraba desde el primer trimestre del año 2000 (14,79%), lo que indica el tremendo retroceso que en esta variable está sufriendo nuestro país. Lo peor es que la cifra de parados se ha acelerado en el último trimestre. En este sentido, la EPA ratifica los datos mensuales que se obtienen del registro del Inem. Pero esta encuesta, reconocida como el método más fiable para analizar el mercado laboral, aporta más datos que el registro de buscadores de empleo. Por ejemplo, el número de familias, 827.000, que tienen a todos sus miembros en paro, una cifra que se basta por sí sola para expresar el drama social del desempleo, más allá de las estadísticas.

Ante este desolador panorama, caben dos preguntas. La primera es si el azote del paro irá a más, y la segunda, si el Gobierno central, los autonómicos y los ayuntamientos hacen todo lo posible para crear nuevos puestos de trabajo. Sobre la primera cuestión, las previsiones de los organismos públicos y privados más solventes hablan de que el paro seguirá creciendo este año y el siguiente. Algunos observadores hablan de una tasa de paro cercana al 20% al final del 2010, con lo que se rompería la barrera de los cuatro millones de desempleados.

En cuanto a la respuesta desde las administraciones públicas, el Gobierno de Zapatero se aferra a los puestos de trabajo que propiciará el despliegue de obras de los ayuntamientos, dotado con un nada despreciable fondo de 8.000 millones de euros. Pero más allá de los resultados de ese programa de urgencia, habrá que esperar a que el sistema financiero abra el crédito para que empresas y familias vuelvan a la senda de una inversión y un consumo razonables. Extremadura no se salva de la tendencia. Los casi 87.000 parados que refleja la EPA (casi un 18% de la población activa) empañan cualquier atisbo de dato más templado, como el de que esta región es la que, porcentualmente, ha destruido menos empleo en España. Esta circunstancia, que no es más que un triste consuelo, no le ha impedido a la consejera de Empleo, Pilar Lucio, hablar de que el 2009 va a ser un año "terrorífico", un calificativo crudo que deja poco margen a la esperanza.

No conviene, por lo demás, que las cifras de la EPA sean utilizadas en la refriega partidista. Más bien indican que es urgente un pacto político (fundamentalmente entre PSOE y PP) y otro social (patronal y sindicatos) para tomar medidas urgentes en el mercado de trabajo capaces de dar la vuelta a tan negras previsiones.