Mientras en Vic unos y otros incuban impunemente los huevos de la serpiente que pretende devorar el bienestar europeo, diferentes administraciones han urgido informes a sus jurídicos. Demandan que se les clarifique si lo de empadronar contra el ADN o contra reembolso cabe en la ley o la estiramos como el chicle, como ya hacen en Torrejón de Ardoz. Ya puestos a ejecutar maniobras evasivas, también podrían encargarlo al Papa, a la señorita Pepis o a la audiencia: "Envíe Que se jodan por SMS si quiere que se les expulse, o Soy un pardillo si prefiere que se queden, le quiten el trabajo o la vez en el ambulatorio". El fascismo siempre tiene a gala aplicar estrictamente la legislación vigente. No estamos ante un asunto legal, sino ante uno de esos dilemas morales a los que debiera hacer frente la política en lugar de agachar la cabeza, esconderse bajo las faldas de los abogados o encargar una encuesta. Así empieza la degradación de la democracia. Así avanza en Europa. Con ocurrencias que parecen cuestiones menores o ataques de pánico que se pasan a los dos telediarios. Son anécdotas, cosas que suceden pero que no son culpa de nadie. Pero lo único que sobran son culpables. Porque más que culpable es ese exfalangista que se agarra a las leyes que otros aprobaron porque sale más barato unirse a los demagogos que llevarles la contraria. Culpable es esa parte de la población que le vota amparándose en la coartada del miedo o la crisis. La xenofobia y el racismo se alimentan en las colas de los supermercados, pero se financian y se organizan entre sábanas de raso y restaurantes de lujo. Culpables resultan unos políticos locales que se suman a la jauría en defensa de la presa. Culpable se declara un gobierno municipal incapaz de responder con políticas eficaces y decisiones valientes. Culpables son unos partidos como ERC, PSC y CiU, sus direcciones nacionales y sus habitualmente locuaces líderes, guardando un silencio tan pavoroso como cobarde cuando el enemigo ya acampa a las puertas del castillo. Quien no se entere será porque no le conviene. La equidistancia no conduce a la neutralidad, solo asegura la capitulación.