La libre elección de compañía energética en toda Europa no será posible hasta el 2007. Es un acuerdo que se empezó a gestar dificultosamente durante la cumbre de marzo pasado en Barcelona y que ahora toma cuerpo. Sigue siendo difícil por la misma causa: Francia no quiere una liberalización total, porque mantiene --con algunas razones dignas de tener en cuenta-- que las inversiones públicas tan costosas y con riesgos inherentes, como las centrales nucleares, no deben quedar al albedrío que dicte el mercado.

Con todo, que los precios de la energía sean más baratos es una exigencia tan extendida que tampoco debe seguir pospuesta con la excusa de los intereses de Estado, que suelen ocultar un puro proteccionismo a las empresas nacionales. Si se confirman los acuerdos de ayer, la luz y el gas de nuestras casas serán más barato, siguiendo el programa de reducción de tarifas que dentro de dos años ya debe alcanzar a las empresas industriales y de servicios que consumen mucha energía. Si se aplica a este proceso la lógica económica, nos están anunciado costes más baratos de producción de bienes y servicios a partir de las directrices que marca la Unión Europea (UE). Esperemos que sea así.