Ahora que se aproximan las elecciones generales es un buen momento para examinar las propuestas de los partidos políticos sobre asuntos concretos que nos importan a los ciudadanos, de modo individual o colectivo, de lo que han hecho y piensan hacer en los próximos cuatro años. Luego, si nos convencen, deberíamos ejercer el sano ejercicio democrático de votar a aquellos que con sus hechos y propuestas representen mejor nuestros legítimos intereses.

Esta puesta en situación me sirve para situar mi reflexión en torno a el binomio políticos/enfermeras para analizar lo que se ha hecho y propuesto desde el Gobierno y la oposición en estos cuatro años pasados y lo que nos proponen para los cuatro siguientes. Aunque ya advierto que lo que más interesa a Enfermería tiene que ver con el futuro. Y de ello escribiré, básicamente, a continuación.

Lo primero que quiero afirmar es que los políticos, con independencia del signo que sean, harían bien en tomarse más en serio a las enfermeras. Aquello que ellas son y a aquello que ellas representan. Por cierto, con hechos. La experiencia acumulada nos dice que la Enfermería no cuenta con el reconocimiento y el respaldo que desde el poder político (poder y oposición) debería haber recibido en el pasado. Tal vez las razones habría que buscarlas en que la visión del poder político está muy medicalizada y en un sistema medicalizado a la Enfermería no le van bien las cosas. Por cierto, tampoco a los ciudadanos. Sobre esto, ya existen evidencias. Pero además las enfermeras son, mayoritariamente mujeres y ya se sabe que las mujeres han tenido históricamente un plus de penalización social por razones de género. Si son enfermeras doble penalización, como mujeres y enfermeras.

XA LASx enfermeras se les penaliza desposeyéndolas de poder. El poder sanitario está en más del 98% en manos de hombres médicos. Y así lo atestiguan, desde el Ministerio de Sanidad, en manos de un médico, a los distintos cargos de la Administración sanitaria, central y de las CCAA, donde cuesta trabajo encontrar una enfermera en puestos de responsabilidad, pese a ser numéricamente mayoría en el sistema de salud. Así, es casi imposible encontrar a una enfermera al frente de una consejería, dirección general, gerencia de área, y de los mil y un puesto de responsabilidad política o político/técnica de la sanidad. Para las enfermeras apenas quedan poderes excepcionales, el poder delegado o el limitado gobierno doméstico de las instituciones sanitarias. Es lo que alguien denomina como "anorexia de poder enfermero". Es la doble penalización por ser mujeres y enfermera no muy diferente desde el punto de vista profesional similar si eres hombre y enfermero. Aunque debo decir que entre los profesionales de enfermería he conocido --y creo conocer bien la enfermería de este país--, profesionales con capacidad y mérito para no ser discriminados. Pero, tal vez, este no es país para enfermeros , me refiero para enfermeros con su correspondiente cuota de poder.

Por tanto convendría que las enfermeras tomaran buena nota, y a semejanza de otros países, apoyaran a las opciones políticas que mejor representen sus intereses. Intereses que deben dar satisfacción profesional y redundar en beneficio de ciudadanos sanitariamente más autónomos y mejor cuidados.

¿Pero cuáles son las demandas de las enfermeras? Creo interpretar bien que algunas de las demandas no satisfechas son: Poder en la gestión de los servicios sanitarios sin discriminación alguna; profesionalismo enfermero; reconocimiento de nuevas competencias; discriminación positiva institucional para la formación e investigación; legislación docente que tenga presente las peculiaridades históricas; potenciación de la imagen social de la enfermera; reconocimiento salarial de acuerdo a responsabilidades sociales; reconocimiento del nivel de especialización comparable a las exigencias del sistema; cumplimiento de los ratios de enfermeras/población similares a la media UE; adscripción de población a enfermería en primaría; reconocimiento de la enfermera gestora de cuidados; nuevo papel en el cuidado de las personas dependientes; enfermera escolar; prescripción enfermera, potenciación del papel enfermero en la gestión de centros y servicios sociosanitarios, etcétera. Algunas de estas demandas aparecen en los programas de los partidos políticos y deberán exigirse que se cumplan. Otras no. Todas deben resolverse en la próxima legislatura.

Las enfermeras tienen el poder de su voto y deberían utilizarlo. Los políticos --unos más que otros-- tienen una deuda con la enfermería. Los votos de las enfermeras no deberían ser un cheque en blanco. Debería ser un voto libre y exigente.

*Director de la Escuela Universitaria de

Enfermería y Terapia Ocupacional de la Uex