WLw os malos augurios se cumplieron. El pasado día 15, la policía impidió el enfrentamiento entre varias decenas de jóvenes radicales de izquierda y de un grupo de fascistas cuando los primeros se manifestaban en el paseo cacereño de Cánovas, en protesta por la muerte de un chico madrileño a manos de un neonazi. Sin embargo, había muchos indicios de que, tarde o temprano, el enfrentamiento se produciría.

Y fue en la madrugada de ayer en la plaza Mayor, cuando un joven fascista propinó un navajazo en un pulmón a un joven radical de izquierda, a resultas del cual tuvo que ser ingresado primero en el hospital San Pedro de Alcántara y después trasladado al Infanta Cristina de Badajoz, donde se encuentra ingresado con pronóstico reservado. Tanto agresor y víctima como alrededor de las 30 personas que presenciaron el navajazo participaron, en un bando o en otro, en la concentración del día 15, por lo que nadie pone en duda de que ambos sucesos, el de hace una semana y el de ayer, están relacionados.

Ahora lo que toca es mantener la calma y dejar que la policía --que ya actuó con eficacia el 15, separando a los grupos para que no pasaran a mayores, y ayer, poniendo al agresor en manos de la justicia--, actúe preventivamente y corte toda posibilidad de que vuelva a haber sucesos violentos. En este sentido, es oportuna la decisión tomada por la Subdelegación del Gobierno de Cáceres de mantener en la ciudad a las fuerzas antidisturbios que llegaron para prevenir problemas de orden público con ocasión del juicio del independentista gallego Ujio Caamaño, ayer en un juzgado de la ciudad por haber intentado fugarse de la prisión.

Pero las fuerzas antidisturbios están para la ocasión de que se produzcan altercados, y en Cáceres sería preciso hacer otro tipo de actuación preventiva: puesto que los cuerpos policiales de la ciudad conocen suficientemente a las personas integrantes de los grupos que pueden acabar enfrentados, bien hará en proceder de modo que tal ocasión no se produzca y vigilar sus lugares de reunión, los sitios donde pueden encontrarse y disuadirlos con su presencia de que cualquier intento de enfrentamiento será impedido. Porque un enfrentamiento como el sucedido ayer no es, por desgracia, un hecho aislado en nuestro país: desde que el pasado día 11 el joven madrileño de 16 años muriera a manos de un militar de ideología nazi, hechos graves de desórdenes públicos se han sucedido en Madrid, Barcelona, Granada...Y ahora Cáceres. La lista no puede continuar.

Por último, sería un error mayúsculo que personas con responsabilidades institucionales, y por tanto representantes del estado de Derecho, mantuvieran una posición ´de parte´, como ya ocurrió el pasado día 15. Esa actitud constituye un mensaje peligroso, porque parece legitimar a unos ultras frente a otros y alimentar la espiral de violencia.