WPw uede resultar sorprendente que la reacción general ante el descenso en julio del número de desempleados inscritos en el Inem haya sido escasamente optimista. Ni el Gobierno, ni los sindicatos, ni los empresarios, ni, por supuesto, la oposición parecen estar muy contentos con la bajada de 20.794 inscritos en España. Y eso que el descenso es el tercero consecutivo en el país después de 14 meses de aumentos muy importantes. ¿Cuál es la causa de las reticencias ante este buen dato? Sin duda, su carácter estacional. En un país donde los servicios vinculados al turismo tienen tanto peso en la estructura laboral, el dato dado a conocer ayer hace temer que cuando se acabe la temporada vacacional habrá un repunte del paro. Sobre todo si tenemos en cuenta que uno de los principales cartuchos quemados por el Gobierno para frenar la hemorragia de desempleados, el Fondo de Inversión Local, ya ha producido la parte más apreciable de sus efectos. Cálculos gubernamentales hablan de que este programa de obras municipales ha creado algo más de 400.000 puestos de trabajo. Está muy bien, pero son empleos temporales que no podrán ser absorbidos por otras actividades en los próximos meses, cuando ya esas obras de emergencia estén entregadas.

Según el registro del Inem, el paro ha bajado en el último trimestre en 100.000 personas, pero esa realidad no oculta que en el último año el número de inscritos ha aumentado en 1.117.000 personas, cifra que casi coincide con la pérdida de afiliados a la Seguridad Social en los últimos doce meses: 1.238.000. Lo que se ha hecho hasta ahora ha sido, por tanto, frenar el desplome, pero los expertos coinciden en que la remontada tardará. Es posible que la economía española empiece a crecer en el 2010, pero nadie espera que genere a corto plazo un número de puestos de trabajo similar a la dramática destrucción del último año y medio.

El caso de Extremadura va prácticamente en la misma línea que a nivel nacional. El desempleo cae por cuarto mes consecutivo y es el sector servicios el principal responsable de que ya haya menos parados en la región que a inicios de año. A ello se suma, por supuesto, el impacto de los planes de empleo que desarrollan los gobiernos central y autómico. Esto significa que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo es estacional y es de esperar un mal otoño para el empleo.

Por último, tras el fracaso del diálogo social por las exigencias de la CEOE, vale la pena subrayar que de las contrataciones hechas en el mes de julio, solo el 7,9% del total, son de puestos fijos. El dato no se corresponde con el clamor empresarial por una flexibilización del mercado de trabajo.