Tengo la firme convicción de que nada bueno le puede acontecer a España en los próximos meses o años. Entre otras cosas, porque sé que el triunfo de la moción de censura, promovida por Pedro Sánchez y el PSOE, no va a salirnos gratis a los españoles. Porque, para resarcir sus ambiciones personales, y su incapacidad para ganar las elecciones generales, el Sr. Sánchez ha optado por la vía más rápida para conquistar La Moncloa, sí, pero también por la alternativa menos justa, más traumática y, sin duda, más arriesgada para España y los españoles.

Para que su moción triunfase ha tenido que rodearse de incontables fuerzas políticas, la mayoría de las cuales tienen entre sus principales objetivos la ruptura de España, y la destrucción del marco de libertades y derechos que emana de la Constitución de 1978. Porque no hay que olvidar en ningún momento que, si Sánchez es ya presidente del gobierno, no es porque haya ganado los comicios generales, ni siquiera porque obtuviese unos buenos resultados electorales, que le permitiesen gobernar a través del pacto con una o dos fuerzas políticas, sino porque ha conseguido que le voten los diputados y las diputadas de: Unidos Podemos (esto es: Podemos, Izquierda Unida, Equo, Construyendo la Izquierda-Alternativa Socialista, Democracia Participativa), En Comú Podem (o lo que es lo mismo: Barcelona en Comú, EuiA, ICV), Coalició Compromís, En Marea (o sea: Anova-Irmandade Nacionalista, Espazo Ecosocialista Galego, Esquerda Unida), ERC (o mejor dicho: ERC, Reagrupament Independentista y Catalunya Sí) PdeCAT, PNV, EH Bildu (y, por tanto: Sortu, Eusko Alkartasuna, Aralar, Alterantiba) y Nueva Canarias. Y qué quieren que les diga, que no tengo ni la más mínima esperanza de que de toda esa mezcolanza multipartidista, de ese gazpacho ideológico, de esa ensalada de siglas, partidos y coaliciones, pueda salir nada bueno para nuestra nación, ni para los ciudadanos que la integramos.

Y no es que uno tenga dotes premonitorias. Es que no hace falta tener el olfato muy fino para darse cuenta de que, dentro de no demasiado tiempo, tendremos a cada una de esas formaciones populistas, secesionistas, nacionalistas, radicales, racistas, antisistema y filoetarras chantajeando a toda una nación. Y todo porque, Pedro Sánchez y el PSOE, nos han utilizado, como moneda de cambio, en una negociación que les ha permitido conquistar el poder sin tener que pasar por el juicio implacable de las urnas.