De todos los resultados posibles ha ocurrido el único que deja abierto el futuro. Rajoy gana, pero reafirma su dependencia del viejo PP que sigue controlando José María Aznar , y al que hacía referencia en la noche electoral Jaime Mayor Oreja , al lado de una Esperanza Aguirre exultante, resucitados ambos de las cenizas del enfrentamiento con quien ahora reconocen como líder. El PSOE pierde, pero no se hunde y consigue que Rajoy aguante, que es el menos peligroso para unas elecciones generales.

Ocurre que la muestra del domingo, la participación electoral, es tan pequeña, que admite poca cocina en una extrapolación para unas elecciones de otra naturaleza. Y es imposible medir impactos distintos del lugar común de las consecuencias de la crisis económica. Quien de verdad ganó el domingo fue la abstención y la desafección política de los ciudadanos: accedieron a las urnas los incondicionales, más movidos por el odio al contrario que por la adhesión al propio. Y si se eleva la mirada a Europa se produce la paradoja de que la derecha, autora intelectual del desastre de esta crisis, sale fortalecida en una UE que confirma su debilidad en la distancia entre ciudadanos e instituciones.

Tras el verano se comenzará a dibujar el futuro. El PP jugará a la confrontación y al desgaste del Gobierno, en la confianza de que lo que ha servido para estas elecciones puede ser útil para unas autonómicas y generales: más de lo mismo, porque sus graneros de votos en Madrid y en el País Valenciano incitan a pensar que lo que quieren es más más leña y más enfrentamiento. En la Moncloa se acusa el palo, pero no se producirá una rectificación: se achacará lo sucedido a la campaña, a la idoneidad de los candidatos y al banquete que se han dado los descontentos en unas elecciones que ni siquiera los candidatos se han atrevido a explicar.

Lo ocurrido puede hacer que todos se equivoquen: que Rajoy piense que puede ser presidente del Gobierno, que CiU crea que puede recuperar la Generalitat y que Zapatero se crea incombustible. Estas elecciones han sido un ensayo general con las tribunas vacías.