XExn todas las relaciones sociales hay siempre un complejo mundo de simbolismos, que a veces se manifiesta en cuestiones muy simples pero no sencillas. El que tu vecino, tu amigo o tu jefe, te invite o no te invite a una fiesta que da, es un índice para intuir tus relaciones con él. En muchas ocasiones estas relaciones no se establecen en el ámbito de afecto o desafecto, simpatía o antipatía, sino en el del interés o no interés, y a veces, incluso en el de la necesidad. Esta complejidad de las relaciones sociales, alcanza su máxima expresión en la relación política, y en ella tenemos que enmarcar el encuentro de Zapatero e Ibarretxe . Entramos en un mundo sutil, en que todo importa mucho. Para empezar, ¿cómo denominamos al evento?, entrevista o encuentro son términos poco apropiados, da la sensación de que es una reunión entre iguales, y no es así, ya que Zapatero es el jefe de Gobierno de España e Ibarretxe presidente de una comunidad autónoma. Así que enmendándonos, a la entrevista la deberíamos llamar audiencia, por lo tanto Zapatero ha recibido en audiencia al lehendakari en funciones, señor Ibarretxe.

En la simbología política todo es mensurable y a veces medible. Así que la ciudadanía podría establecer una jerarquización de autonomías según el número de veces que reciba el jefe de Gobierno a sus respectivos presidentes, y a la intensidad y naturaleza de estas entrevistas. La creación de la conferencia de presidentes autonómicos, con reuniones periódicas con el jefe de Gobierno, ha sido sin duda, un gran acierto, siempre quedando claro que el jefe de Gobierno no es un primus inter pares . Esta relación no puede agotarse en el seno de la conferencia sectorial de presidentes y obliga a encuentros bilaterales. Hasta aquí, la entrevista de Zapatero e Ibarretxe se podría enmarcar en la más absoluta normalidad, si éste fuese realmente lehendakari y no aspirante a serlo. Esto confiere a la entrevista un sello de excepcionalidad, que se corresponde con otra excepcionalidad, no deseable pero existente en el País Vasco.

Dos son las diferencias básicas de esta comunidad autónoma con las restantes; el amedrentamiento de la población, que puede llegar al asesinato, por la acción terrorista y el deseo de la mitad de la población de convertirse en un país independiente. Son dos cosas muy diferentes y que no deberán mezclarse nunca, de la segunda cuestión no cabe negociación alguna, la soberanía recae en el Congreso y el Senado con las salvaguardas de las mayorías cualificadas que exige nuestra Constitución.

Acabar con el terrorismo etarra, el anuncio de que se ha podido conseguir la paz, es con seguridad un sueño que han tenido todos los jefes de gobierno de Suárez a Zapatero, forma parte del vértigo histórico inherente al cargo. Administrar la pasión de verse en la historia, nunca es una tarea sencilla y las bibliotecas están llenas con las gobernanzas de esta pasión, con sus éxitos y sus fracasos. Bien reciente tenemos el delirante comportamiento de Aznar , entrando absurdamente en la guerra de Irak, creyéndose que era Ricardo Corazón de León y en una nueva cruzada con Bush .

Avanzar en el camino de terminar con la violencia etarra, es siempre deseable, siempre que conservemos el marco básico, y este pasa por incrementar los avances en el campo de la lucha directa de los cuerpos de seguridad, donde los éxitos han sido muy grandes, mantener la colaboración internacional, seguir propiciando el aislamiento político del entorno proetarra y reforzar el pacto antiterrorista. Si, por otro lado, no puede haber concesiones políticas, las dificultades para conseguir atajos en el tiempo para alcanzar la situación que desearíamos parece muy difícil.

Nadie da algo a cambio de nada, ignoramos lo que Ibarretxe pueda haber pedido, lo que sí sabemos es lo poquísimo que podemos darle.

*Ingeniero y director generalde Desarrollo Rural del MAPA