TSti algo más de la mitad no acudieron a refrendar el estatuto más publicitado, aireado, propagado y debatido de la Historia de los Estatutos, casi la mitad declinaron acudir a las urnas en las últimas elecciones autonómicas. El entusiasmo, pues, del electorado es muy fácil de describir, y el mosaico de la sociedad catalana, incluida esa mitad que le da la espalda a los políticos, es bastante más variado de lo que nos quieren explicar los predicadores del pensamiento único, único para lograr la salvación administrativa. Incluso un pseudopartido, formado a última hora, arrojado a las tinieblas exteriores del paraíso de la comunicación oficial y privada, y con una campaña hecha como la salsa mahonesa de antes, a mano, ha logrado tres escaños, tres, lo que subraya el divorcio entre los políticos sindicados y los empadronados a los que quieren hacer más felices.

Pero que nadie se alarme, que no hay peligro de que ninguno de ellos vaya a interiorizar lecturas e interpretaciones que permitan aproximaciones futuras, porque en los partidos no están con la Sociología, sino con las Matemáticas. O, para ser más precisos, con la Aritmética. Se extiende la ilusión de que son posibles muchas combinaciones, pero después de los dos acuerdos Zapatero-Mas , ya puede Montilla despedirse de una reedición del Tripartito, porque Mas tiene dos facturas para cobrar, y el abono de una de ellas se remunera con su coronación en plaza de Sant Jaume. El divertido juego de las hipótesis es divertido, pero es un juego, y la hipótesis es siempre menor que la tesis, y la tesis tiene a Mas como presidente de la Generalitat. Que lo haga con Montilla como primer monaguillo, o que lo haga en solitario, garantizándose votaciones obedientes a CiU en los asuntos trascendentes, es indiferente. Lo importante es pagar las deudas y recordarle al PNV que Roma cumple sus promesas. Ese guiño es mucho más importante que lo que pueda pensar Montilla, que, por cierto, tampoco ha demostrado que sea un Pichichi.

*Periodista