De repente, por toda la península, y sus archipiélagos, y ciudades como Ceuta y Melilla, han aparecido docenas, centenares, ¿qué digo centenares?, es muy posible que miles y miles de esforzados luchadores contra la crisis, voluntariosos soldados dispuestos a derrotarla, forofos apasionados que están ansiosos de entrar en combate, fanáticos gladiadores listos para no dormir hasta que la crisis no sea vencida. Han aparecido por todas partes: en los bancos y cajas de ahorros, que antes pusieron la mano para solventar su crisis sectorial; en los sindicatos, que parecían amodorrados, y que se han despertado cuando les han dicho que hay que trabajar más para cobrar la pensión; en los ayuntamientos, que además de subir el IBI y cocer a multas a los ciudadanos, han caído en la cuenta de que estábamos en crisis; en las comunidades autónomas, diputaciones provinciales; hasta han surgido en las cámaras de comercio, ese monumento a la falta de libertad, donde todo pago es obligatorio y todo impago de la cuota sujeto a embargo de bienes; Bueno, incluso el gobierno ha llamado a la Lucha General Contra la Crisis para que luego digan que los gobiernos no se enteran de nada.

Es realmente asombroso y conmovedor. Jamás había contemplado un acto de solidaridad tan inmenso. Ya solo falta que se sume la Federación Española de Fútbol, aunque mejor que no, no sea que les dé por pedir más dinero a las televisiones para retransmitir los partidos.

Durante esos días en los que la aparición de tanto incondicional, de tanto exaltado dispuesto a sacrificarse contra la Crisis, casi ha hecho que se me saltaran las lágrimas de emoción, sólo lo ha impedido esta pregunta: ¿Dónde cojones estaba esta gente hace dos años, un año, seis meses atrás? ¿No vivían en España?