Sociólogo

Llegados a estas fechas, es momento para hacer balance del 2003, es decir, valorar lo realizado, lo logrado, etcétera, y a buen seguro que sentiremos una mezcla de satisfacción y amargura, por lo mucho o poco que hicimos realidad conforme a nuestras metas personales en este año, que ya se nos escapa.

Para tantos y tantos jóvenes de hoy, aún habrá asignaturas pendientes que aprobar, trabajos eventuales que aceptar, viviendas e hipotecas que contratar, caprichos por adquirir, sueños juveniles que renovar... en definitiva, nuevos retos para alcanzar a lo largo de este año nuevo 2004, con suficiente energía vital, mucha esperanza y buenos deseos para todos.

Hablando de deseos, uno que este año hemos perdido, fue la Paz, --tan presente en nuestras felicitaciones navideñas--, ya que el 2003 ha sido un tiempo de guerra , aún inconcluso, por los intereses encubiertos de algunos estados y corporaciones multinacionales, que provocaron este rotundo fracaso para la humanidad. Ojalá nuestras autoridades gubernativas, al menos, hagan un acto de contrición ahora, siendo conscientes de su decisión impopular y belicista.

Dicho todo esto, algún lector dirá: ¡Y a mí que me importa esto de la paz y el amor, si tengo tantos problemas que resolver cada día! Y le contestaría dándole la razón, pues palabras son, y el viento se las lleva... pero siempre deberíamos dejar un espacio en nuestras vidas rutinarias, para creer en utopías que puedan mejorar nuestro bienestar general. Quizás ese déficit de inconformismo frente a lo establecido, es de lo que adolece esta sociedad atomizada, embriagada de banalidad y hedonismo. Como vacuna, podrían inocularse dosis de compromiso social entre la ciudadanía más joven, de cara a construir otro mundo mejor, que es posible.

En ese sentido, destaco la labor que desarrollan los portadores del espíritu solidario y de altruismo hacia los demás, quienes siguen luchando desde sus organizaciones sociales (no lucrativas) por transformar nuestra realidad. Son los voluntarios, como paradigma social entre muchísimos jóvenes que comparten su tiempo libre, su afecto, sus conocimientos,... lo mejor de sí mismos con los más necesitados y olvidados, en nuestros días.

Expresar mi recuerdo más entrañable para quienes nos abandonaron de forma inesperada de este mundo terrenal, en especial, aquellos que lo hicieron en alguno de los cientos de accidentes de tráfico que se produjeron en nuestras vías públicas. Víctimas, tragedia, dolor,..., coloca este tipo de siniestro en la lista negra como la primera causa de mortalidad y morbilidad entre la juventud, siendo hora de adoptar las medidas más eficaces que eviten esta pandemia juvenil. Está pendiente un gran debate social sobre tal problemática, pues no quisiera perder más amistades.

Siguiendo con este compendio, diré que he tenido la oportunidad de conocer a jóvenes con talento artístico, con capacidad emprendedora, que no cuentan con los medios, ni los apoyos suficientes para mostrar su arte, montar sus empresas, aún. Considero que una sociedad que progresa hacia el conocimiento, como valor de uso y cambio social, no debiera menospreciar las creaciones posibles de este capital humano.

Igualmente, conocí y compartí pancarta con otros jóvenes que manifestaron su repulsa contra esa guerra ridícula, gritando a favor de la paz ausente durante el 2003. Esto me hizo creer que en una juventud comprometida, que no resulta tan pasiva y embotellada , como algunos sesudos adultos argumentan en la palestra mediática, a menudo. Concluiré deseando todo lo mejor para los jóvenes de aquí y de allá, en especial, para aquellos que padecen el repudio y el desamparo de sus familiares, el ostracismo del sistema social, el sufrimiento del hambre y la carestía, y la incomprensión de quienes se consideran depositarios de la autoridad y la verdad absoluta. Amén.