TTtodavía no sabemos si la incalculable cantidad de dinero que los gobiernos occidentales han metido en el sistema financiero, dará resultados. Si la calma que han recuperado las bolsas --por lo menos hasta ayer-- se consolidará a largo plazo. Si nos estamos perdiendo una recesión más grave que la de los años 30. Si efectivamente hemos estado al borde del abismo y nuestra denostada clase política nos ha salvado de males mayores que esa crisis que aún nos tiene que dar muchos disgustos. Puede ser. Lo seguro es que aquella expresión --"es la economía, estúpido"-- cuya filosofía permitió a Bill Clinton ganar las presidenciales de 1992, se adaptaría hoy a la conclusión que nos dejan estos días que han conmovido al mundo entre septiembre y octubre del 2008. La economía es importante, sin duda, pero la política es imprescindible. Era la política, sí, señor. La cosa pública, el Estado, los representantes de los ciudadanos, las reglas del juego, las garantías democráticas, la transparencia, los órganos reguladores, toda esa arquitectura que nos ha costado siglos construir para no devorarnos los unos a los otros, es la que debe gobernar el mundo. Incluido el financiero. Ni la dictadura de las botas ni la del índice Dow Jones.

Y los gobiernos que han acudido al rescate del sistema deberán esforzarse para que los ciudadanos tengan claro que esto tiene consecuencias. Y no solo para los de siempre. La crisis es global, pero la información también. En ningún crash anterior hubo tal porcentaje de ciudadanos con información inmediata. Probablemente, eso ha alimentado la espiral del miedo, pero también convertirá en más exigentes a los ciudadanos una vez que se nos pase el vértigo y nos enfrentemos a la realidad de más paro y más dificultades. Y muchos reflexionarán que con sus hipotecas han hecho ricos a los mismos a los que se auxilia con sus impuestos. Rajoy le pedía a Zapatero control y transparencia en su reunión en la Moncloa. Zapatero dice que por supuesto. Bien. Pero ya vemos que no sirve si solo es aquí. Hay que pedirlo aquí, y en París, y en Washington y en Pekín.

*Periodista.