Hoy mi niño cumple su primer año de vida, bendita ilusión. Un año de noches en vela con un eterno guaaaa!, que no sabes cómo analizar, ¡qué le pasa!, ¿será que tiene hambre, serán gases, un cólico, le picará el culito, los dientes...? Y un largo etcétera que se te pasa por la cabeza intentando encontrar una explicación lógica; Y, es que los niños no deberían venir con un pan debajo del brazo sino con un libro de instrucciones.

También es importante que comprendas el funcionamiento de esos miles de aparatejos que tienes en casa y que en la tienda te han dicho que son absolutamente necesarios (ay, ay, ay). Tú mientras, inmersa en instrucciones de esterilizadores, calentadores, termómetros ultramodernos, carritos, tronas, tumbonitas, minicunas, cunas de viaje... Vamos, ¡el paraíso de los consumistas! Para cuando consigues descubrir la versatilidad de los aparatos ya le quedan pequeños, y entonces pasan a formar parte del maravilloso paisaje del trastero.

No nos olvidemos de los consejos, que deben de ser muy importantes, pues todo el mundo los da, ¡el niño se queda con hambre, quiere agua, necesita una papilla...! Cuando crees que todo ha acabado comienza el bendito complemento. Y, constantemente te dicen que el niño necesita un complemento alimenticio, aunque parezca un cebollino.

Y... ¡Es que es muy complicado eso de ser padres primerizos!

No nos olvidemos del, ¿lo vestirás de bebé?, no, ¡está más guapo de mayor!, y mientras, te regalan unas zapatillas nike, un jersey escocés, un faldón bordado y una camisa de leñador, piensas que si se lo pones todo, vas a tener un clon de Paco Caracol.

Mientras tanto la familia pregunta incesante, ¿cuándo se bautiza?, ¿dónde será el convite?, ¿quiénes serán los padrinos? Tú mientras con unas ojeras hasta los pies, piensas solamente en contar hasta diez muy muy lentamente. De la misma manera, te parece que no vas al cine desde que estrenaron la guerra de las galaxias, o que la última caña que te tomaste, la pagaste en pesetas. Y, es que ahora no transitas tanto tus tiendas favoritas, y parece que tu armario no se viene abajo. Ahora, vas a comprar el pan y vienes con un trajecito de bebé completo y sales a comprar unos filetes y te traes unos zapatitos (monísimos eso sí) y cuando te das cuenta que se te olvidaron los filetes, piensas que puede ser una buena oportunidad para recuperar la línea. Cuando logras darte cuenta tienes una habitación de bebé repleta de cosas inservibles.

Y luego están los abuelos, que olvidan rápidamente eso de ser padres y pasan a ser exclusivamente abuelos (un arduo trabajo y mal remunerado), adquiriendo todas las funciones propias del puesto, como si acabaran de hacer el curso del perfecto abuelo. Es entonces cuando notas que te haces transparente cuando llegas a su casa.Mientras, sigues llegando al trabajo con unas monumentales ojeras fruto del cansancio acumuladísimo que tienes y cuando llegas a casa con el despiste pegado a cuerpo te encuentras la leche en la lavadora, los calcetines en el lavavajillas y sal en el café. Notas que pasas más horas al día en el parque que en todo el año en la peluquería. Pero, los conceptos de familia empiezan a cambiar, comienzas a decir que los padres no quieren tener siempre la razón, sino que la tienen (¡por supuesto!).

Y, es que después de todo, ser padres primerizos es una experiencia extraordinaria, un cambio enriquecedor, una adquisición de nuevos valores e instintos, es en definitiva, la mejor de las experiencias.

Felicidades Mario.

NIEVES VILLAR FRESNO. Cáceres