Hace ya algunos años, cuando oía decir a alguien que llevaba mucho tiempo trabajando en una empresa, sobre todo si era una empresa grande, me hacía ilusión pensar que ese empleado no solo sería eso, un trabajador más, sino que ya se le consideraría como una parte importante de la empresa, sin importar el cargo o especialidad que tuviera. Imaginaba una trayectoria de 20 años trabajados a satisfacción de sus superiores, y pensaba que podría estar tranquilo, que la empresa lo mantendría en su puesto hasta que llegase la hora de la jubilación.

Las cosas han cambiado. En algunas empresas, y sobre todo en las de mayor tamaño, ese empleado ya no es un ser humano, sino parte de un número que genera una serie de beneficios --y, a la vez, una serie de pérdidas--, cifras que estudia la dirección y que, según las circunstancias, por mucho tiempo que lleve trabajando y muy bien que lo haya hecho, si esa dirección considera que hay otra alternativa laboral más económica, prescinde de uno, dos o los empleados que sean. Entonces ya forma parte de las listas del paro. Si ese trabajador tiene 50 años o más, es muy complicado encontrar un empleo. Quedan más de 10 años hasta la jubilación y será dificilísimo alcanzar un sueldo como el anterior, que no estaba mal gracias a la antigüedad. Y esa jubilación ya no será la misma. Tengo más de 50 años y estoy en paro, y pienso que si se facilita a las empresas la contratación de mano de obra joven, a la que se pagarán unos sueldos mínimos, y a la vez se reduce la indemnización por despido y no se ayuda a recolocar a los trabajadores de 50 años, ¿no les parece a los señores del Gobierno que, en vez de retrasar la edad de jubilación, tendrían que adelantarla?

Jesús A. Martínez **

Correo electrónico