En los 80 los emisarios del FMI, en sus safaris por Africa, a cambio de préstamos para la reestructuración de la deuda externa, imponían tratamientos para sanear las economías. Las recetas siempre prescribían idénticos remedios: reducción de los presupuestos estatales, privatizaciones y eliminación de aranceles.

En su visita a Níger, donde sus gentes dependen básicamente de la crianza de animales y de la agricultura de subsistencia, el Rato de turno incitó a varias privatizaciones en el sector rural. Como explica el relator de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Jean Ziegler , en Los nuevos amos del mundo : "El FMI ordenó suprimir la oficina de Apoyo Veterinario del Estado y proceder a su privatización. Con ello se logró que los pastores y pequeños criadores de animales no pudieran mantener sus ganado en buenas condiciones, ya que los prestadores de servicios veterinarios privados comenzaron a cobrar precios inalcanzables para los pastores pobres". También en aras de la liberalización se desmanteló la Oficina de Productos Alimenticios de Níger y con ella el sistema de contención de precios sobre los alimentos. Para pagar la deuda se impulsan los cultivos de exportación como el algodón en Malí, y las tierras se agotan sin permitir el cultivo de cereales.

En estas condiciones de vulnerabilidad, en el Africa subsahariana la sequía y las langostas son sólo el desencadenante de las grandes hambrunas. No podemos cambiar la naturaleza, pero sí modificar el impacto neoliberal en muchas regiones pobres del planeta.

*Director de Veterinarios sin Fronteras.