Demasiados indicios de que la persecución del terrorismo y de sus cómplices ha cambiado de criterios. Sin que medie explicación, quienes pusieron en marcha la ley de partidos, cerraron el diario Egin y se emplazaron para escudriñar en las tramas civiles de ETA, ahora no ven indicios para proceder en los mismos supuestos que antes motivan persecuciones rigurosas. No puede entenderse que las mismas leyes sirvan para acusar y condenar y para retirar cargos sin que medie explicación razonable de que antes exaltar a un terrorista era delito y ahora no tiene ni la consideración de acusación.

El resultado de la actitud de la fiscalía de la Audiencia Nacional, levantando la acusación contra Arnaldo Otegi , es la generalización de la sospecha de un entendimiento entre el Gobierno y Batasuna para proseguir el llamado proceso de paz. Frente a la brutalidad con la que el PP está manejando la oposición al Gobierno con la política antiterrorista, lo razonable sería que el Gobierno escenificara la firmeza de una persecución de los delitos relacionados con el terrorismo. ¿Por qué no actúa así el Gobierno y, por delegación o indicación, el ministerio fiscal? ¿Por qué lo que se escenifica es sencillamente la debilidad? ¿Es solo torpeza, ineficacia y falta de sincronización o lo que está ocurriendo es la materialización de una política de laxitud como preparatorio de un escenario de entendimiento?

En un universo de simplificación tan inadecuado es la movilización permanente de la sociedad para asaltar el Gobierno con el ariete de la política antiterrorista como la sensación de que el ejecutivo hace lo contrario de lo que predica. La pérdida de credibilidad del Gobierno en su discurso antiterrorista es la mejor noticia para los halcones del Partido Popular que pueden soportar sus exageraciones en las apariencias de debilidad del Gobierno con la lucha antiterrorista.

Desde esta situación, el Gobierno tiene la esperanza de que la movilización de sus electores para detener la ofensiva del PP le dará un buen resultado electoral. Salvo que ETA se decida a ejercitar el inmenso poder que le da tener la agenda política en la mano. En todos los casos, lo recomendable sería que el Gobierno ejercitara la escenificación de la firmeza. ¿Por qué no lo hace?