Los partidos favorables al referéndum unilateral, es decir, las fuerzas que obtuvieron el 47,8% de los votos en las últimas elecciones autonómicas, se reunieron ayer durante una hora en el Palau de la Generalitat convocados por el presidente catalán Carles Puigdemont. El primer fracaso de la reunión se produjo antes de celebrarse y fue la ausencia de los representantes de Catalunya en Comú, el partido de Ada Colau y Xavier Domènech, favorable a un referéndum, pero no a su convocatoria unilateral, sin pacto con el Gobierno del PP. Domènech explicó su ausencia al reclamar que, en lugar de esa reunión, se debía haber convocado el ‘Pacte Nacional pel Referèndum’ (PNR), un organismo mucho más transversal. Cuando Carles Puigdemont da por muerta la consulta pactada, por el camino se deja a los comuns.

Con estos antecedentes, era previsible que la reunión no sirviera para nada, como así sucedió. La consellera Neus Munté reconoció que no había habido ningún acuerdo y los partidos asistentes se limitaron a explicar que habían solicitado al Govern que fije ya la fecha y la pregunta del referéndum, lo cual queda aplazado para la próxima reunión. Todos expresaron también que no debe cerrarse la vía del diálogo con el Gobierno de Mariano Rajoy, y la única formación que habló sin tapujos de que el referéndum pactado es imposible fue, como es costumbre, la CUP. El resto trata de trasladar a Rajoy la responsabilidad de la ausencia de diálogo, pero lo cierto es que ninguna de las dos partes tiene intención alguna de renunciar a sus planteamientos.

Ayer, horas antes de la cita del Palau, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría advirtió de que un referéndum sobre la independencia es «innegociable», postura que fue apoyada por Pedro Sánchez en su primera conversación telefónica con Rajoy desde su victoria en las primarias del PSOE. Aquellos que podían pensar que la defensa de Sánchez de una España plurinacional significaba una suavización de su oposición al referéndum pueden sentirse decepcionados, pero una consulta ilegal no es admisible. En realidad, en Barcelona y en Madrid son conscientes de que las vías del diálogo, si alguna vez existieron, están lamentablemente cerradas y a lo que asistimos ahora es a movimientos tácticos y de reafirmación de posiciones para el choque institucional que se avecina.