La educación fue una prioridad política para la II República española, considerándola como impulsora de los cambios que necesitaba España para salir del atraso secular, de la falta de desarrollo, de la incultura y de la pobreza. Esta convicción, política e ideológica, vino acompañada del compromiso y la entrega de hombres y mujeres que dedicaron su vida a la enseñanza, aunque se viera truncada a veces por represalias y muerte.

La Fundación de Estudios e Investigaciones Educativas de CCOO ha puesto en marcha la exposición La escuela de la II República en la que se recoge este legado; exposición que podremos disfrutar a lo largo del mes de mayo en el Auditorio de Cáceres.

No se trata de una iniciativa nostálgica, ni pretende reabrir el pasado. Supone un reconocimiento, un acto de justicia, a esta importante labor educativa y un rescate de algunas de sus propuestas. El modelo educativo de la II República incorporaba avances muy innovadores para la época. Muchas de aquellas iniciativas tienen hoy plena vigencia.

La educación en valores y la coeducación son temas de entonces y de ahora. Ambas son la base de una concepción democrática de la convivencia. Y ésta debe mejorar partiendo de una sólida formación en el conocimiento y ejercicio de los derechos de ciudadanía y el necesario respeto a las normas y obligaciones que competen a cada uno.

XLA COEDUCACIONx, que fue otra de las aportaciones, no debe entenderse en su forma más restrictiva como aquella educación en la que están juntos niños y niñas. La coeducación aporta valores educativos y sociales que están permanentemente inspiradas en el objetivo de la igualdad efectiva entre hombres y mujeres: igualdad efectiva para el desarrollo personal, en el trabajo, en la sociedad y en la vida personal; y enlaza plenamente con los objetivos políticos actuales, como acabar con la faceta más trágica de la desigualdad: la violencia de género.

La alfabetización, objetivo educativo estratégico, era en aquellos momentos el instrumento para el acceso de todos a la cultura y por tanto el primer objetivo para la igualdad. Hace unos años, nuestro sistema educativo consideraba la alfabetización ya como un objetivo residual, dirigido a un pequeño porcentaje de personas mayores que en su tiempo no pudieron aprender a leer y escribir.

Ahora, vuelve a recobrar aquella importancia, ya que el fenómeno de la inmigración coloca al sistema educativo ante la necesidad de aportar los instrumentos más elementales del lenguaje, así como la necesidad de atender situaciones educativas más diversas. Por otro lado, el concepto de alfabetización se ha ampliado; si entonces la lectura y la escritura aportaban el acceso a la cultura, ahora son precisos nuevos aprendizajes básicos lo que se viene denominando como alfabetización tecnológica.

Extremadura ha perdido muchas oportunidades históricas debido al abandono secular padecido. La llegada de la democracia, el desarrollo de las competencias autonómicas, los apoyos de los fondos europeos, nos han permitido salir de la discriminación inaceptable que hemos soportado durante tanto tiempo. No podemos volver a perder oportunidades históricas, y ante la sociedad de la información y el conocimiento la educación vuelve a ser un elemento estratégico de primer orden. Que sea prioridad política supone financiación, mejoras en infraestructuras, actualización de los requerimientos del sistema educativo ampliando los servicios complementarios y un decidido respaldo, apoyo y reconocimiento a los hombres y mujeres que se dedican a la educación.

Si esto se percibe así, la consecuencia natural será una mejor valoración social de la educación como servicio esencial para la ciudadanía y mayores cotas de implicación, de compromiso y de reconocimiento del profesorado extremeño.

Como ocurriera con aquellos maestros y maestras de la escuela en la II República, es preciso considerar la educación como una prioridad política para que se produzca el impulso necesario y acorde con la sociedad extremeña actual y futura.

*Secretario general de la Federación de Enseñanza de CCOO de Extremadura