TCtuando el señor Maragall dijo, hace unos días, que su gobierno deseaba recaudar los impuestos para así atender de inmediato a las necesidades catalanas y, lo que sobrase, se devolvería a la caja común de hacienda pública; el señor Zapatero le dijo que eso debe ser aprobado por todos; que es la forma elegante de decirle tururú .

Hace menos días, el señor Ibarra ha rechazado radicalmente la propuesta de financiación planteada por el tripartito catalán recordando que ningún gobierno autónomo es dueño de los impuestos de los ciudadanos y otras verdades que --dicen los medios que yo he consultado-- remataban en la conclusión de que se metan los cuartos por donde les quepan . Dicen que, más moderado, el señor ministro Montilla ha asegurado que la propuesta del tripartito es de máximos y para negociar ... ¿Dirá eso porque conoce bien el asunto de la capacidad... de negociación?

El caso es que a mí me parece que no hablamos el mismo idioma ni entendemos por igual los mismos conceptos. La caridad cristiana es una virtud que se ejerce con lo sobrante, una tendencia que impulsa a auxiliar con dádivas a los pobres, con clara inclinación a la beneficencia, que incluso es magistral en presencia de tullidos y ciegos en los atrios de las iglesias los domingos. La palabra caridad no aparece en el ordenamiento constitucional en vigor y sí en las leyes fundamentales de Franco . El tripartito está dispuesto a mostrarse caritativo.

En el artículo segundo de nuestra Constitución, "...reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas". El concepto de solidaridad requiere indefectiblemente justicia; aparece como relación entre las personas de un colectivo que participan con el mismo interés en una cosa, que se acepta como un compromiso, que es una obligación pactada; de modo que la cosa de que se trata, corresponde a cada uno de los aceptantes, no sólo en una parte sino en el total si las cosas fallan.

Por lo que en mi lectura, los gobernados del señor Maragall están obligados a ser solidarios con los gobernados del señor Ibarra. Y viceversa.

A mí que no me quiten lo que la Constitución me concede porque yo no renuncio a ser solidario activo, tampoco a ser pasivo. Y menos cuando la solidaridad sigue sin estar debidamente protegida por las leyes.

*Maestro