El hecho de fumar se ha convertido en una pauta de conducta y en una moda social, algo que va unido a una forma de relacionarse muy propia de este tiempo, y que es sinónimo de estilo y de éxito.Ahí radica el interés de muchos jóvenes por iniciarse prematuramente en el consumo de tabaco. En el cine, la figura mítica de Bogart elevó el hecho cotidiano y anodino de fumar a la categoría de arte. Y algo que comenzó como un devaneo esnobista, como una rebeldía propia de adolescentes o como una reafirmación de la identidad personal, se ha convertido por mor de la publicidad en una de las costumbres más nefastas de esta sociedad, lo que ha llevado a las autoridades a realizar una campaña contra el consumo indiscriminado de tabaco en lugares públicos.

El día 31 de agosto se cumplía el plazo concedido a los hosteleros para adaptar los establecimientos, con dimensiones superiores a cien metros cuadrados, a una normativa que pretende separar la zona de fumadores de la de los no fumadores. La mayoría de estos locales no han abordado aún los cambios exigidos por la ley, con lo que se reabre un debate iniciado hace ahora exactamente ocho meses.

XNADIE CUESTIONAx el derecho a fumar que tiene todo aquel que lo desee, al ser el tabaco un producto legal, pero nadie cuestiona tampoco que este derecho esté supeditado al que tienen los no fumadores a habitar espacios sin humo; no es pretensión de la ley entablar una batalla de consideraciones morales, ni iniciar una operación de acoso contra nadie, ni limitar los espacios de ocio, simplemente se pretende evitar que ningún ciudadano se convierta en fumador pasivo. Nadie pretende salvar a aquel que no quiera ser salvado, pero está demostrado que el tabaco tiene un efecto nocivo para la salud y para las arcas de la Seguridad Social. Después de los accidentes de tráfico, es el causante del mayor número de muertos en nuestro país, por lo que no se trata de disquisiciones meramente dialécticas, sino de algo que afecta a la calidad de vida de muchos ciudadanos. La tolerancia y el sentido común serían consideraciones suficientes a la hora de erradicar cualquier controversia, pero como ni de la una ni del otro andamos sobrados, necesitamos leyes capaces de evitar cualquier tipo de abuso.

Tampoco esta campaña está orientada a anatematizar al fumador, ni caer en actitudes discriminatorias como las provocadas en algunas convocatorias para cubrir puestos de trabajo, en las que, entre otros requisitos, se exige que el candidato no sea fumador, aunque el tabaco no esté contraindicado para el desempeño de ese empleo, o que esté prohibido fumar en salas habilitadas al efecto en algunos trabajos, o que no se permita fumar en lugares donde todos los trabajadores son fumadores, o el pretender generalizar un paisaje surrealista de playas con lugares separados para unos y otros.

Las leyes tienen una consideración general, por lo que en ocasiones no se atienen a casuísticas concretas, lo que puede dar lugar a que sean catalogadas como arbitrarias e injustas, pero en democracia las leyes se hacen para ser cumplidas, por tanto, los locales que no se adapten a la normativa, serán declarados espacios en los que no se permitirá fumar, y si esto no se respeta, podrán ser sancionados con multas de hasta 10.000 euros. Con esta medida queda invalidada la picaresca de aquellos que pudieran pensar que pagar la multa les resultaría más barato que realizar los oportunos cambios.

Los hosteleros alegan en su defensa, que no han acometido las reformas, no por falta de voluntad de cumplir la ley, sino porque están a la espera de que se clarifiquen los criterios entre el Estado central y las comunidades autónomas, ya que hay comunidades, como la de Madrid, donde todavía no se ha desarrollado el decreto, mientras que en otras en las que sí se hizo, existen disparidad de criterios, en unas, como la valenciana, se considera válido cualquier elemento que impida el paso del humo de una zona a otra, mientras que las hay que consideran obligatorio implantar cristaleras, tabiques o paredes separadoras.

Cualquier ley, pero sobre todo la que hace referencia a cambios de hábitos, necesita un periodo de tiempo para ser asimiladas, y es preferible utilizar la persuasión y el convencimiento a medidas coercitivas; no obstante ha sido este tipo de medidas, tanto en el carné por puntos, como en la ley antitabaco las que han conseguido mejores resultados. Lo paradójico es comprobar que, mientras se persigue el consumo del tabaco, se está utilizando este producto para recaudar impuestos indirectos, o se está vendiendo en estancos semiestatales o se subvenciona su cultivo. Tema éste que afecta al sector de los cultivadores extremeños, a los que la reducción de las subvenciones terminaría por llevarles a un callejón sin salida, ya que agravaría aún más una situación que empieza a ponerse delicada, debido a la bajada de producción causada por la disminución del consumo.

*Profesor