Dijo San Isidoro de Sevilla que era la más hermosa de la Tierra, ornato y honor del Orbe. Ditirambo que se agradece, tras sufrir guerras, hambrunas, y desastres. Por eso es preciso hacer introspección de cómo somos y vivimos, sobre todo cuando nos punza un fuerte declive social. Y aunque no es fácil la autocrítica, ya los vientos de la Historia revelaron el carácter hispano, ahora algo desvaído por el hosco ambiente del país, que espera que pronto alboreen otros horizontes.

Siempre el español fue patriota, voz subestimada tras el franquismo, más el estigma machadiano de las dos Españas: "Españolito que vienes/ al mundo, te guarde Dios; /una de las dos Españas/ ha de helarte el corazón". Y habló de la que "muere" y de la que "bosteza". Pero también estalló su patriotismo, un 2 de mayo de 1808, que recreó Goya en un lienzo de espanto, pólvora y sangre, al luchar por su independencia. Extremos a parte, tenemos marca y un sello propio, aunque oriundos de pueblos diversos. Como el cacereño, de toda la vida, se distingue del que está en la ciudad, sólo unos años.

El español es hospitalario, abierto y cordial, ama sus tradiciones, sueña sus leyendas, conserva sus hábitos, goza sus fiestas y vibra ante sus iglesias, palacios y devociones piadosas. Ejemplos elocuentes son: el asombro del cacereño por su Ciudad Monumental, y su profundo amor por la Virgen de la Montaña; dos iconos intocables: popular, uno; sagrado, otro. Y le enorgullece el turismo español, paradigma mundial, fuente riqueza y retablo artístico, con un guía que narra proezas de nuestros guerreros en la América recién parida por Colón.Y le seducen una novela excelsa: "El Quijote", un prodigioso lienzo: "Las Meninas", y la poesía de Machado. Un triángulo de oro del más hondo patriotismo.

DE FERREO carácter, es osado ante el peligro, le gusta comer bien, es bullicioso, alegre y un poco anárquico; mas, veces, sucumbe: "Miré los muros de la patria mía-". Buen conversador en cafés, bares y tabernas, habla rápido y es expresivo en sus juicios. Sus deleites: fumar un pitillo, es forofo del fútbol y lee el "Marca", mientras su mujer se divierte con el "¡Hola!", por los amores y cotilleos de famosos. Es muy aventurero y, más que teatral, dramático, según Madariaga. Y monárquico, con dos paréntesis republicanos. Con sentido del humor, defiende su honor a capa y espada: El "Alatriste", de Pérez Reverte, con su código de caballero y los dramas de Calderón, lo rubrican.